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El Lavalenguas. Fiesta con nombre propio

Por Sanjuaneando.com · Soria

10 junio, 2016 16:03 CET · Historia de San Juan comentarios
Lavalenguas 1990

Para los que ya tenemos una edad el Desencajonamiento es una novedad festiva que no nos ha acabado de calar quizá por el propio hecho de haberse institucionalizado algo que antes era interesante por ser algo casi clandestino, por lo que para una gran mayoría de sorianos, el primer festejo de monte es sin duda el Lavalenguas, otro de esos nombres propios tan comunes para nosotros y que sorprende a los forasteros.

El Lavalenguas es el festejo de las fiestas de San Juan que se celebra el sábado antes de la Compra del Toro (ya veremos en su momento como calcularlo). El acto principal se celebra por la tarde, pero en realidad la actividad festiva comienza con el encierro del ganado que se realiza poco después del alba por caballistas más o menos avezados y personas a pie (peones) que raras veces a la primera y la mayor parte de las veces tras varios intentos, consiguen encerrar los doce toros en un corralilto situado en la parte oeste de los corrales de Cañada Honda junto a los chiringuitos de las peñas. Este encierro del ganado, y alguno más, era una de las contraprestaciones que debían ofrecer obligatoriamente los arrendatarios de los pastos del monte por lo que más que una diversión se consideraba un trabajo. Actualmente y aunque siga habiendo arrendatarios son sorianos particulares quienes espontáneamente o agrupados en la asociación “Amigos de la Saca” se encargan de encerrar las reses.

Como en todos los festejos de monte, desde hace algunos años el Ayuntamiento de Soria pone a disposición de quien lo precise una línea especial de autobuses gratuitos que desde la ciudad traen y llevan viajes continuamente hasta Valonsadero, logrando de esta forma evitar aglomeraciones de tráfico, aparcamiento y posibles accidentes pues por desgracia no nos acabamos de mentalizar que ni siquiera en fiestas alcohol y volante son compatibles. Otro de los servicios que pone el Ayuntamiento a disposición de quien lo precise es un servicio de guardacascos para que por una cantidad simbólica los moteros no tengan argumentos para no llevar el casco.

Una vez encerrado el ganado al que se le deja descansar hasta la tarde, los sorianos se relajan en la zona de chiringuitos o almorzando, haciendo tiempo hasta la hora en la que se celebra el Lavalenguas que es el primer acto festivo oficialmente convocado por la comisión de festejos del ayuntamiento de Soria. Este acto vespertino comienza en la propia ciudad donde la comisión ha emplazado a la pareja de jurados y secretarios de cada cuadrilla para llevarlos en autobús desde la plaza Mayor hasta el monte. Al llegar se disponen en el espacio reservado para ellos junto al corral y delante de todos –de la forma ya comentada en el apartado del Desencajonamiento- se procede a sortear el orden por el que cada jurado elegirá su novillo. Los toros son soltados uno a uno desde el corral hasta el tentadero inmediato para que los presentes puedan observar los toros, tentarlos, comprobar su bravura, ver como corren y si embisten (amurcan, decimos por aquí, otro sorianismo). Salvo que jurado o secretario tengan experiencia es normal que para elegir su novillo el jurado se deje asesorar por algún aficionado taurino, veterinario, ganadero o simple albéitar que sepa distinguir a los animales de mayor bravura y la nobleza.

Es cierto que estas pruebas de calidad tenían su razón de ser antiguamente cuando no eran doce si no una gran manada de toros los que ponían a disposición de los jurados los dueños de la ganadería para que eligieran. Actualmente sólo son doce aunque hasta hace unos veinte años se soltaban veinticuatro (los doce de campo y los doce a lidiar el Viernes), y ya no se puede elegir más que por sorteo pero es un recuerdo de los tiempos antiguos.

Tras la celebración del festejo, jurados, secretarios y miembros de la comisión de festejos acuden al merendero de la Casa de Autoridades para disfrutar de la merienda que según es costumbre corre a cuenta del Ayuntamiento. Tras merendar regresan a Soria hacia las 22 horas organizando un desfile desde la Dehesa hasta la plaza Mayor y que continuará un rato después con una verbena, baile público nocturno que parece que se celebraba ya incuso antes de la existencia del propio Lavalenguas.

Aunque hablando de antigüedad ¿Desde cuando se celebra el Lavalenguas? Pues para ser sincero, no se sabe, y por no saberse no se sabe ni qué es exactamente pues como veremos, el Lavalenguas tal y como lo conocemos surgió bien mediado el siglo XX, en algún momento indeterminado de la década de los años sesenta cuando para evitar la aglomeración y los inconvenientes de un acto masificado (así lo entendían entonces pues igual acudían ¿mil personas? En cualquier caso mucho menos que ahora) la comisión de festejos decidió celebrar el sorteo y la compra del toro de forma extraoficial una semana antes del acto formal, convirtiendo así la Compra en un mero acto protocolario y al sábado anterior en un festejo popularmente conocido como “comprilla” pero que por alguna razón alguien llamó “Lavalenguas”. Como pasa siempre en una ciudad pequeña como Soria, aquel secreto no pudo mantenerse mucho tiempo y al final el acto que sustituía a la Compra pasó también a ser jornada de fiesta masificada por lo que realmente ya no tenía razón de ser pues eran dos días prácticamente iguales, pero ya nadie quiso o se atrevió a retirar el Lavalenguas del calendario festivo.

Sobre el propio nombre ya hay mucho que hablar. Los sorianos más antiguos creen que lo de lavar la lengua viene motivado por que al ser el primer acto en el monte era la fiesta que se cogía con más ganas, día que algunos aprovechaban para beber tanto que se lavaban la lengua con vino pues hay que recordar que en el primer festejo, el Catapán, el vino se cataba pero no corría a raudales. La explicación es racional y tiene sentido por lo que siguiendo el razonamiento aquel de la navaja de Ockam que dice que «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable», ésta tendría que ser la cierta.

Pues no, la cosa es resulta algo más complicada pues aunque esa hipótesis no sea descabellada, hay que pensar que quien puso el nombre de “Lavalenguas” a la comprilla no lo hizo a lo tonto y probablemente se basara en alguna costumbre antigua. Pues sigamos recorriendo el tiempo hacia atrás y buscando referencias sobre el Lavalenguas. La inmediatamente anterior localizada es la que aparece en el periódico Noticiero de Soria (02/07/1921) en donde el poeta Miguel Ruiz y Torrent rememoraba las fiestas de cincuenta años atrás, hacia 1870, y escribía los siguientes versos:

“Parten a Valonsadero
para ajustarle entre el ganado fiero,
vénse cuadrillas ir en dulce coro
al decir del lavar la lengua al toro,
que se interpreta en la acepción expresa,
de ir de merienda á la nombra dehesa”

Pues ya está ¿no? El “Lavalenguas” es lo mismo que antes se entendía por “Lavar la lengua al toro” que como decía el desconocido poeta, consistía en ir a merendar a Valonsadero, lo que de una forma u otra viene a ser la razón argumentada de lavarse la lengua a base de beber.

Vale, la lógica nos hace pensar en eso como lo más razonable, lo malo es que los que tenemos la manía de investigar nos encontramos con que lo del “Lavalenguas” no es de medianos del siglo XX ni de 1870, es bastante anterior aunque ya no parece que por “lavar la lengua” se entendiese lo mismo.

Vaya lío, a ver si lo aclaramos. Resulta que la primera referencia localizada sobre la palabra «Lavalenguas» aparece en las Ordenanzas de fiestas de San Juan de 1743 redactadas por el Corregidor de la ciudad Antonio de Aguilar y Mendíbil que entre otras cosas, dicen refiriéndose a La Compra “…Para la compra del toro o lavar la lengua (que llaman)…”, lo que parece indicar que Compra y Lavalenguas es ya lo mismo. También unos años después, el 25 de junio de 1767, el corregidor escribe unas disposiciones encaminadas a limitar los gastos de las cuadrillas, de donde podemos entender que Lavalenguas y Compra, eran lo mismo entonces, “… para la Compra del toro o Lavar la lengua, que llaman, 16 reales…”. Sin embargo hay documentación de esta misma época que nos habla de un desconocido festejo llamado “lavar la lengua del toro” que se celebraba después de la compra del toro y que se encomendaba a los cuatros y que era diferente de la Compra pues la documentación (Actas de la cuadrilla de San Juan de 3 de mayo de 1766 y 14 de octubre de 1778) deja bien claro que eran dos actos diferentes por los que cobraban un dinero y que no era el mismo.

Conclusión, que durante algún tiempo se empleó el termino “Lavar la lengua al toro” o “Lavalenguas” como sinónimo de “Compra del Toro” pero que pocos años después ya aparecen como dos actividades (¿festejos quizás?) diferentes. El término y/o la acción que se hiciera en el “Lavalenguas” dejó de realizarse hasta que desapareció (o al menos no hemos encontrado referencias) pero parece que quedó en el recuerdo y en la tradición oral por lo que en algún momento del siglo XIX se recuperaría como sinónimo de ir a comer y a beber a Valonsadero y que después se usara para dar nombre a este festejo llamado informalmente “Comprilla” en el que también se merendaba.

Los libros de cuadrilla son una fuente de información histórica fundamental para conocer aspectos festivos y generales de la Historia de la ciudad pero en muchas ocasiones resulta frustrante conocer la existencia de algunos datos que se nombran pero no se explican ya que por ser una información consuetudinaria y no escrita en forma descriptiva, no se dan más datos.

Tras el acto del Lavalenguas, y mientras jurados, juradas, secretarios, secretarias y comisión de festejos meriendan en la Casa de Autoridades, el resto se reparte entre las praderas del monte y los chiringuitos que se disponen delante de los corrales. Sobra decir que en Valonsadero no se pude hacer fuego ni se debe dejar basura tirada pero por desgracia hay personas que sigue sin mentalizarse que nada debe tirarse al suelo, que el vaso que arrojamos al suelo para ver como se pisa, otro tendrá que recogerlo.

Lo de decir jurados y juradas no es por tratar de ser políticamente correcto, es para remarcar que hasta hace no muchos años, las juradas no solían acudir al Lavalenguas. En otras secciones ya se ha hablado del papel de la mujer en fiestas que se resumía en preparar comidas, recoger y limpiar. El Ayuntamiento ofrecía el merendero y las doce juradas con las esposas (quien la tuviera) de los secretarios se encargaban de organizar una merienda para ellos y los concejales de la comisión de festejos que eran los que acudían, pero ellas ni se planteaban ir a los corrales pues lo normal era eso. La sociedad fue evolucionando y al igual que el machismo generalizado iba desapareciendo, las mujeres fueron reclamando también su lugar en la fiesta y el Lavalenguas se abrió a las juradas e incluso a las esposas de los concejales, pero no a los esposas de los secretarios para lo que tuvo que haber un plante que para disgusto de los integristas festivos, se resolvió en favor de la igualdad de género.

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