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La Saca

Por Sanjuaneando.com · Soria

27 junio, 2016 10:29 CET · Historia de San Juan comentarios

Bueno pues ya estamos metidos en la Fiesta, con mayúscula y en singular, y el acto de hoy Jueves (la misma jornada o el siguiente a la festividad de San Juan Bautista) consiste básicamente en traer o trasladar el novillo, más bien utrero, de la cuadrilla desde el monte Valonsadero hasta la plaza de toros de Soria, unos diez kilómetros de recorrido primero por campo y después por asfalto para lo que se recurre a jinetes, ganado manso y peones a pie que cumplirán con el rito festivo de hoy.

Así dicho suena casi como un transporte frío y carente de interés pero nada más lejos de la realidad. Esta traída o traslado del ganado bravo –que no encierro, aunque en la práctica ya lo sea– hasta la ciudad tiene nombre propio, La Saca, y más que eso, o además de eso La Saca ahora casi un espectáculo lleno de sentimientos, vivencias y emociones tan particulares y subjetivas que no se pueden transmitir en estas líneas. La Saca no se explica, se vive, pero para ir entendiéndola lo mejor va a ser retrotraernos al pasado y conocer sus orígenes.

El toro o novillo bravo no es un animal doméstico que viva en corrales cerca de las personas. Nace en las ganaderías al aire libre y pace toda su vida en el campo. En Soria lo habitual, que no exclusivo, ha sido comprar ese animal en el monte Valonsadero desde donde hay que llevarlo a la ciudad por lo que la Saca tendrá sus orígenes a la par que los propios de las fiestas de San Juan y que se pierden en la Historia.

Oficialmente se ha dicho sin ahondar en detalles que la Saca existe documentalmente desde 1574 pero sin duda ya existiría anteriormente, al menos desde que surgió la necesidad de ese traslado, pero a diferencia de las multitudinarias Sacas actuales, hasta hace poco más de un siglo la Saca era eso, un mero traslado de ganado sin mucho interés en el que participaban unos cuantos ganaderos y algún soriano muy aficionado. La Saca o traída de los toros ni siquiera tenía la consideración de festejo, más bien se entendía como un trabajo obligado por parte de los ganaderos que explotaban los recursos ganaderos del monte y entre cuyas obligaciones contractuales estaba la condición de trasladar el ganado a Soria, o a los que se les pagaba por ello. Estos ganaderos adjudicatarios de los pastos de Valonsadero han sido tradicionalmente las mismas familias (los Casinos, los Verguillas…), a los que se les ha llamado “cabañeros” o “vaqueros”.

Aunque es posible que hablar de forma generaliza no sea del todo correcto, para el propósito de este texto vamos a hacerlo pues tampoco se desvirtúa la Historia, sin embargo sí que hay detalles a veces antagónicos que hay que conocer para poder comprender que antaño la Saca no tenía demasiado interés ni se parecía a la actual.

Sabemos por ejemplo que en 1546 la cuadrilla de San Esteban compró el novillo cuadrillero en Malluembre, cerca de Cidones, y no en Valonsadero; o que en 1604 en los contratos de compraventa del ganado el vendedor del novillo se comprometía a llevarlo bajo sus medios a casa del mayordomo como muy tarde el Viernes de los Novillos a las ocho de la mañana. Más chocante sin embargo resulta una curiosa noticia recogida en un acta municipal del concejo de Soria de 12 de julio de 1585 que dice que como «…hay mala orden en el traer de los toros a esta ciudad cada año que los traen, vienen cansados y maltratados de tal manera que no se puede aprovechar de ellos, y algunos se mueren antes que se corren, demás de que en cada año se gastan en traerlos doce mil maravedís y más; acordaron que se haga una jaula en que se traigan los dichos toros para evitar el dicho daño y gastos, acordaron que se haga la dicha jaula… ». Aún hay sucesivas noticias que siguen insistiendo en la necesidad de construir aquella jaula y pagar al carpintero que la hiciera si bien la ausencia de muchas más noticias hacen pensar que o no se llevó a cabo esa idea o se desarrolló durante poco tiempo lo que contribuyó a entender la Saca como lo que hoy es.

Con estas noticias comprobamos dos cosas, que durante siglos la Saca no suscitaba demasiado interés entre los sorianos pues era un simple transporte, y que ya resultaba un traslado complicado en el que la principal víctima era el animal.

Da la impresión de que los sorianos de a pie no disfrutaban especialmente con este traslado que además de los cabañeros no contaría con mucho más personal ajeno, si acaso algún mayordomo o cuatro de cuadrilla, pero conforme se fue extendiendo el interés por este traslado de ganado el acto ganó en popularidad y fue contando poco a poco con más personas que querían participar más o menos activamente.

A mediados del siglo XIX, en 1854, se pavimentó la carretera de Burgos favoreciendo así el acceso al monte de las personas que a caballo o en carruaje y desde Soria querían participar en este acto en el que a finales del siglo XIX, en 1892, ya participaban activamente o como meros espectadores algunos sorianos pues en la documentación municipal sobre adjudicación de pastos habla de la obligación de los ganaderos de traer el ganado pero ya «…con o sin auxilio de vecinos que quieran concurrir».

De esta época ya contamos con documentos escritos accesibles, prensa, recuerdos familiares y fotografías, y con todos esos datos podemos intuir como la Saca comenzó poco a poco a dejar de ser un mero transporte de ganado para convertirse en el espectáculo que conocemos y que año a año fue ganando espectacularidad.

Aunque cada vez acudiesen más sorianos, en esos finales del siglo XIX el festejo todavía estaba lejos de estar masificado, sobre todo porque el jueves era día laborable y no todos podían permitirse el lujo de dejar de trabajar. Además la distancia a Valonsadero hecha a pie implica mucho tiempo por lo que los afortunados que acudiesen serían profesionales que pudieran permitirse dejar de trabajar un día y que contasen además con coche o caballo en el mejor de los casos, o bien los más accesibles mulos o burros. Otra solución la apuntaba ya en el capítulo anterior y era la costumbres que existió el miércoles previo a la Saca de que los feriantes o vecinos de los pueblos cercanos a Soria se acercasen a la plaza Herradores de la ciudad para ofrecer en alquiler sus monturas a quien quisiera acudir a la Saca y así poder ganar algunas pesetas extras, pero bien que las sufrían pues para evitar que le desgraciaran al animal acostumbraban a ir corriendo detrás.

Las ganaderos profesionales que estaban obligados al traslado no veían con buenos ojos esta aglomeración de jinetes que acudía a divertirse y que entorpecía lo que para ellos era un trabajo o una obligación. Una de las primeras crónicas localizadas sobre la Saca la ofreció Maximino Miguel en el artículo Mi opinión escrito en la revista ilustrada Las Calderas de 1903, en el que describe la Saca de su época como un festejo multitudinario al que gentes de todas las edades y clases, acuden en coche o a pie, y antes de partir hacia Soria comen y beben. Las fotografías de esa época nos permiten intuir una Saca con una presencia estimada de alrededor de cien caballistas, varias docenas de personas a pie y un buen número de carros, calesas y carricoches de tracción animal. Conforme avanzaba el tiempo, las fotografías nos permiten comprobar la presencia de algunos vehículos a motor, si bien nunca de forma generalizada pues la prensa de la época dice que ya eran recibidos a pitadas por los sorianos que entendían que esas moderneces eran incompatibles con el festejo.

Hace casi un siglo Teodoro Rubio -buen soriano y reconocido como uno de los mejores jinetes que han sabido traer los toros- publicó en el periódico “La Voz de Soria” una viñeta humorística referente a como era la Saca antes de aquel momento, como fue y como la preveía, describiendo una Saca antigua con jinetes, una Saca contemporánea con coches corriendo los toros, y una Saca futura con aviones que disparaban a toros voladores. La ironía del autor nos puede provocar una sonrisa, pero es un ejemplo muy clarificador que nos permite comprobar como desde hace ya muchos años hay gente que piensa que la fiesta que conocimos en el pasado fue lo mejor, la actual es un error y que de no mediar acciones contundentes “os vais a cargar las fiestas”.

Conforme fue avanzando el tiempo, la popularización de los vehículos a motor favoreció la presencia de cada vez más público, pero aún era un día laborable y de mercado lo que impedía acudir a la Saca en masa. Para la mayor parte del sorianos el Jueves la Saca, y en realidad las fiestas de San Juan, comenzaban con el disparo de cohetes que anunciaba el encierro de los novillos de la plaza y el inicio del desfile de los caballistas participantes por el Collado, siendo a partir de la tarde/noche cuando ya comenzaban a tocar las charangas o más bien los gaiteros y dulzaineros contratados por los jurados.

Pero la Saca tal y como la conocemos ahora tiene una fecha clave, 1956. En ese año según ya se ha explicado en el capítulo anterior, los jurados y/o el gobernador civil López Pando, lograron introducir varias reformas en el desarrollo de las fiestas entre las que se encontraba la declaración de festividad local para el Jueves la Saca con lo que el 28 de junio de 1956 fue la primera Saca para muchos y muchas sorianas que entonces conocieron una fiesta de la que habían oído hablar y que cobró un gran interés popular hasta convertirla en el festejo multitudinario y popular que es hoy. Sin embargo esas reformas venían en el paquete con la celebración de otras actividades paralelas que aunque se celebraron durante algún tiempo no prosperaron. De esta forma sabemos que al menos en ese año, a las 10,30 de la mañana y en Valonsadero se celebró un gran gymkana motorista en la que se inscribieron veintiséis corredores cuyos ganadores obtuvieron trofeos y premios en metálico.

Afortunadamente esos añadidos a la Saca se perdieron pues poco tienen que ver con los manidos usos y costumbres argumentados tantas veces como «elementos sacrosantos de la fiesta, cimientos inamovibles de la esencia sanjuanera basada en la memoria colectiva de generaciones». La cita (que está recogida en la prensa y es de una persona que se arrepintió después de tanta contundencia) refleja muy bien lo que algunos piensan que deben ser los usos y costumbres, elementos vertebradores de la fiesta que no pueden ser tan inamovibles y pues deben poder adaptarse a los nuevos tiempos para evitar que la fiesta desparezca.

Un ejemplo es sobre el desarrollo, horario y recorrido del día de hoy. Para empezar hay que decir que sobre las Sacas de antaño tampoco hay demasiados datos, y con seguridad sólo se puede decir que no era algo tan homogéneo como pensamos ni estaba sometida a la rigidez del reloj y del trazado que imponen las vallas actuales. Entresacando datos de la prensa, recuerdos, narraciones de los mayores y relatos más o menos acertados podemos suponer que el desarrollo de una de esas Sacas “tipo” en un momento inconcreto de la Historia pudo ser (o no) el siguiente: Los seis cabañeros a caballo provistos de pica y otros seis con varas que marchaban a pie, llegaban antes del alba a la Vega de San Millán donde acudía quien quisiera para echar una mano. Allí estaban ya reunidos los doce o dieciséis novillos además de algunas vacas y al paso, sin cohetes, prisas ni trotes, se iniciaba la marcha tranquilamente cuando ya había amanecido si bien en algún momento más o menos impreciso de la primera década del siglo XX se recuerda que algunas Sacas comenzaron a las dos de la tarde.

El recorrido sería desde San Millán hasta El Bustarejo, La Verguilla, El Cubillejo, las Camaretas, el Ventorro, la Tejera, Prados Villacos, campo de San Andrés, evitando entrar en la ciudad dando un rodeo por la huerta de San Francisco a la fuente del Cañuelo, desde ahí y por la Huerta de la Muerte, hoy Pajaritos y calle Camino de los Toros por donde ya entraban obligatoriamente a la ciudad por la puerta de Valobos, bordeaban la iglesia del Espino, seguían por la Calle del Pósito para llegar a la plaza Mayor donde, por el Arco del Cuerno, se encerraba en los toriles que hubo allí. Pero como decía al principio, esto es la norma general que no puede aplicarse a la totalidad pues consta que en diferentes momentos de la Historia el origen del ganado no fue Valonsadero ni su destino en estos corrales, si bien parece lógico pensar que fuese cual fuese su origen y destino, tuvo que haber un transporte de ganado que rodearía la ciudad todo lo posible para evitar al máximo la zona habitada.

En 1854 la plaza de toros de San Benito ya estaba construida pero no sabemos con seguridad si ya fue en ese año o más bien al siguiente cuando el recorrido de la Saca se alteró para dirigir al ganado a los corrales de la plaza y que a grosso modo vendría a ser el mismo trayecto actual y buena parte del anterior hasta la Tejera desde donde se dirigirían en línea recta hacia el actual polígono por las eras de Santa Bárbara, las Balsillas y la plaza de toros. En cuanto al tiempo empleado alguien ha apuntado que duraban dos horas pero otros han dicho de cuatro y hasta seis si surgía algún problema pues había que intentar a toda costa que el ganado no escapase pues al día siguiente tenía que ser enmaromado y/o lidiado y no había repuesto por lo que de escaparse tenían que ir a buscarlos.

En cualquier caso y como ya hemos visto, la Saca no había adquirido la dimensión festiva que ahora disfruta y no parece que el recorrido fuese tan férreo e inamovible. Dice el artículo 26 de las Ordenanzas de las Fiestas de San Juan de 1876 que “… el Ayuntamiento designará una comisión de su seno que, poniéndose de acuerdo con otra de labradores, señale la ruta que debe seguirse y tome las medidas convenientes a evitar que se ocasione daños en los sembrados, haciéndose responsable de éstos a el que los causare”.

Tras el encierro de los novillos en los corrales y el desfile de los caballistas por el Collado, se celebraba «la prueba» o capea de los novillos por parte de los mozos, acto festivo que puede considerarse como el precedente de la actual becerrada y que venía determinado por el artículo nº 8 de las Ordenanzas de 1873 que decía que el mismo día por la tarde había que realizar la “prueba que consiste en lidiar todos los toros excepción hecha de los dos bueyes de las Cuadrillas de La Cruz y Santo Tomé, que no deberán entrar en la Plaza hasta la mañana del Viernes. Si las citadas Cuadrillas tuviesen toros, deberán probarse el Jueves”. A partir de la reforma de 1914 aplicada al año siguiente, la prueba de la tarde se sustituyó por una capea de otras reses cedidas por los vendedores de toros, adquiridos por las cuadrillas o presentados por la Sociedad de Ganaderos de Soria.

En algún momento que no se ha podido concretar aunque parece que fue en la postguerra, comenzaron a construirse los corrales en Cañada Honda que ya tomaron su aspecto más o menos definitivo en 1944. Aquellas Sacas alteraron desde entonces su recorrido pues comenzaban allí en vez de en San Millán, pero al principio no salían por la actual puerta sino que lo hacían por la puerta lateral del corral grande de la cañada Honda. Tampoco se ha podido concretar el momento en el que variaron su recorrido pero al menos desde 1955 los doce novillos salen de los corrales por la misma puerta que ahora, conformando la imagen clásica de la Saca que todos los sorianos tenemos en mente.

Otra novedad importante surgió hacia 1960 cuando para evitar el problema que se suscitaba al perderse un toro en el recorrido, el ayuntamiento decidió traer algún toro más de sobrero, costumbre que se fue ampliando puesto que no se desperdiciaban ya que con los doce novillos de la Saca no había suficiente carne para repartir entre los vecinos y los Agés.

Actualmente y con la normativa legal, los novillos de la Saca no pueden ser los mismos que se lidiarán al día siguiente y que ya se encuentran desde hace días en los corrales de la plaza lo que ha convertido la Saca en un mero trámite, un vistoso festejo que en realidad es un encierro formado por los más de doce mil metros de vallado de madera que los operarios municipales colocan desde finales de mayo.

Esta seguridad por saber que el Viernes habrá novillada tiene de malo que inevitablemente se descuida el esfuerzo por traer los doce toros y en mantener la pureza de una fiesta que ya ha perdido para siempre esa esencia. Pero esas Sacas de antaño no volverán pues la situación nada tiene que ver con la de las Sacas de antaño. Hoy la Saca está regulada por una normativa legal que antes ni se intuía, en vez de cientos acuden miles de personas y cientos de caballistas de los que buena parte sólo piensa pasar un agradable día de campo con sus aparejos jerezanos pero sin arriesgar ni lo justo. Además ahora la mayor parte del recorrido está pavimentado y el asfalto no está pensado para el discurrir de caballos y novillos. Todos esos ineludibles factores han modificado la Saca para siempre, pero también nuestra propia percepción pues ahora entendemos que una Saca es buena si al menos seis toros llegan a la plaza.

A todo ello habría que añadir otro posible factor ya imposible de demostrar y que argumentaban nuestros abuelos. Según nos contaban, el ganado bravo de Valonsadero se dejaba conducir fácilmente a la ciudad pues estaban acostumbrados a recibir órdenes de sus mismos vaqueros. Además su enorme envergadura les impedía trotar por lo que hacían el camino al paso y eran más fáciles de conducir.

La conclusión es que salvo circunstancias casi excepcionales los sorianos no podremos volver a ver una Saca completa y al paso. Quizá haya llegado el momento de pasar página sobre este debate, de aceptar que aquellas Sacas no volverán, que desaparecieron para siempre como también desapareció el oficio del mayordomo, al igual que se alteró el significado del Viernes de Toros, o que aparecieron nuevas costumbre como las Bailas al Duero. Debemos tener en cuenta que la fiesta es une ente vivo que se transforma adaptándose a los tiempos, a las normativas o a las nuevas costumbres, y que, en esencia, la fiesta nunca desaparecerá, sólo se transformará.

Desarrollo actual
El desarrollo de la Saca se rige por el artículo 15 de las Ordenanzas municipales de 2002, amén de otras disposiciones legales de ámbito nacional y regional sobre la celebración de festejos taurinos que han ido introduciendo transformaciones y especificaciones sobre la forma en la que debe desarrollarse lo que se considera un encierro mixto, de campo y ciudad, dimensionando las anchuras del espacio por donde discurren las reses, los lugares de reposo, determinando el personal que participa como público u organización, así como el trato dado a los animales, la imposibilidad de matarlos delante del público… Estas imposiciones legales ineludibles han condicionado el desarrollo del festejo original convirtiendo el traslado de unas reses en prácticamente un encierro cerrado por varios kilómetros de vallado de madera colocado para la ocasión en el que el ganado ya no tiene posibilidad de escaparse.

Si embargo aunque las disposiciones legales hayan alterado al esencia original de la Saca, lo que sigue inalterable son las ganas de fiesta de los sorianos que tras la celebración del Pregón y las verbenas acuden al monte desde la madrugada para continuar la fiesta, reuniéndose puntualmente en Cañada Honda donde, el día anterior y sin apenas público, los miembros de la Asociación “Amigos de la Saca” han encerrado el ganado en el corralillo listos para la salida.

Los sorianos acuden al monte desde la madrugada en sus vehículos particulares, andando o en los autobuses que el Ayuntamiento pone de forma gratuita a disposición de los interesados pues aunque estemos en día de fiesta grande hay que insistir una vez más en que alcohol y conducción son incompatibles, y que aunque se permita cierta laxitud de las normas hay que garantizar a seguridad de las miles de personas que participan en el festejo. Igualmente se exige el cumplimiento de la normativa aplicable a los cascos de las motos, y para evitar excusas otro servicio complementario que se pone en el monte a disposición de los interesados es un servicio de guardacascos.

Además del toro y el vino, el protagonista indiscutible de la jornada suele ser el sol sanjuanero que en esta jornada caerá sin misericordia, por lo que más que conveniente tendría que ser obligado acudir a la Saca con gorra, protector solar y gafas de sol, equipo básico que hay que completar con la bota de vino fresco y un bocadillo, y al que conviene añadir una radio si se quiere seguir en el recorrido de la Saca y sus incidencias que van narrando en directo las emisoras de radio locales.

Paralelamente a la interminable caravana que se forma a primera hora de la mañana, a las 9,30 parte la comitiva oficial formada por los jurados y el Ayuntamiento que desfilan al son de la banda desde la plaza Mayor por el centro hasta montar en los autobuses que dispone el ayuntamiento, organizándose un vistoso desfile hacia Valonsadero en el que participan también algunos coches autorizados, vehículos época y carrozas a caballo engalanadas. Con los concejales y personal del Ayuntamiento sólo van jurados, juradas y secretarios, el resto de la cuadrilla se organiza por su cuenta, y aunque suele ir todos juntos con comida preparada, no es oficialmente un acto de cuadrilla.

El camino al monte es breve y la comitiva oficial tiene una obligatoria parada en el merendero municipal donde se reponen las fuerzas perdidas en lo que se lleva de fiesta antes de que acudir al balconcillo desde donde jurados y autoridades contemplarán la salida de la Saca. Mientras, el público sigue concurriendo en torno a los corrales y esperan que llegue la hora mágica bebiendo, durmiendo o cogiendo sitio para ver el espectáculo. Los más valientes esperarán junto a las puertas de los corrales cerradas con llave hasta el final, saltando, bebiendo y recordando al anterior guarda del monte encargado de abrir la puerta y que antes de hacerlo era sistemáticamente manteado.

Esta es sin duda la jornada más complicada para el Ayuntamiento de Soria, para sus empleados, agentes de la autoridad, personal sanitario… Un montón de personas que desarrollarán una jornada laboral difícil y a la vez festiva para que todos se diviertan sin que pase nada, lo que no es fácil cuando algunos participantes son incapaces de reconocer que no todo vale en fiestas y que las bromas influidas por el vino pueden tener consecuencias desastrosas. Pero todo el que acude a la Saca ya sea de forma activa o como espectador, debe reconocer que acude libremente y que sólo por estar ahí ese día debe asumir ciertos riesgos. Esto debería tomarse como aviso y es que de no asumirse así llegará el día en el que la fiesta desaparezca según la conocemos pues será legal pero no es ético demandar al Ayuntamiento por haber sufrido una cornada estando dentro del recorrido del ganado.

Pero continuando con el desarrollo previo del festejo, según se acerca la hora mágica cada vez hay más personas delante de los corrales que además deben compartir su espacio con multitud de caballos y caballistas que quieren participar activamente en la Saca. Este de los caballistas ha sido y será el tema más controvertido de la Saca pues el excesivo número de interesados ha obligado al Ayuntamiento de Soria a limitar el número de participantes a unos ciento cincuenta, número exagerado para los sorianos de a pie y a caballo que van a participar activamente en la Saca, pero escaso para todos aquellos que lo único que pretenden es contemplar el espectáculo dentro del recorrido vallado pero sin arriesgar ni lo justo y que a juicio de los primeros se convierten en un estorbo. Tampoco es menos controvertido el asunto de la participación de los vehículos a motor totalmente prohibidos salvo los expresamente autorizados, pues espantan al ganado y se convierten en un peligro para los que participan a pie. Claro que es de justicia reconocer también que algunos motoristas se han jugado el tipo y han conducido el ganado mejor que muchos jinetes que vienen a lucir palmito y no pocos todoterrenos han ayudado a sacar un novillo de unos arbustos.

Minutos antes de las 12 horas las rocas y vehículos que rodean la zona están repletas de espectadores que quieren ver la salida, pero también la pradera está llena de gente que bebe despreocupada y de vendedores ambulantes que apuran su suerte hasta el final por lo que los forasteros que no conocen la Saca no acaban de creerse que en medio de esa multitud se vayan a soltar toros bravos.

Dos cohetes ponen en sobre aviso de la inminencia del acto y al llegar el tercero a las doce en punto de la mañana, la puerta roja de los corrales se abre y comienza la Saca. Son sólo unos segundos los que emplean los novillos en salir de su encierro hacia otro lugar pero son los segundos más intensos que los sorianos vivimos a lo largo del año. Más que alegre o divertido es algo intenso, casi un ritual. Son unos instantes emocionantes que mezclan excitación, miedo, incertidumbre, frenesí… Algo difícil de explicar y tan breve que desde abajo puede ser que ni lleguen a verse los toros pero las vivencias experimentadas son tan intensas que quien lo conozca repetirá seguro.

Quizá sea éste el momento más intenso, pero también el más peligroso. Además de los toros que salen en estampida es igualmente peligroso la aglomeración humana y la ingente cantidad de caballos. Si todo va bien los toros dirigidos por los caballistas parten al galope hacia los corrales de San Millán y los participantes optan seguirlos a distancia o quedarse a almorzar en el monte. La salida es en dirección oeste pero rápidamente gira hacia el sur dirigiéndose al galope por el hotel, cruzando después el río Pedrajas, pasan entre El Torilejo y el merendero de autoridades hasta la Peña del Gorrión entrando poco después en San Millán.

Si algún novillo se despista de la manada y se queda rezagado en la zona de chiringuitos, lo que ocurre de cuando en cuando, embestirá a cualquiera que se le ponga por delante y hasta que sea reconducido con la manada o de vuelta al corral puede producir auténtico pánico en la pradera.

Pero lo normal es que todo el grupo vaya en manada y cuando llegan a la vega, apenas un kilómetro de recorrido para el que se emplea unos cinco minutos si todo va bien, el ganado se detiene y se encierra mientras todos descansan comiendo y reponiendo las fuerzas. Esta etapa de la Saca ha sido siempre la más peligrosa pues algunos toros en estampida no se dejaban dirigir y acaban su carrera en cualquier parte, incuso de la ciudad, pues no ha sido inusual que media hora después de la salida se haya visto algún toro en l centro de Soria ocasionando problemas y disgustos. Sin embargo desde que se obligó a vallar el recorrido de la Saca salvo accidente o imprudencia es muy difícil, pero no imposible, que un toro se escape y permanezca libre por el campo incluso meses.

Ya vez encerrado en San Millán el ganado bravo con los mansos, el cortejo oficial de autoridades y jurados almuerza en el merendero convidados por el ayuntamiento, y el resto lo hace en cualquier rincón del monte o parte desde el monte hacia la ciudad para ir tomando posiciones en otros puntos del largo recorrido.

A partir de las 14:30 se produce la segunda salida del ganado bravo ahora arropados por una manada de bueyes, vacas y jotos, que recorreraán la etapa que va desde San Millán hasta el siguiente descansadero en el Corral del Cubillo o de la Venta del Aire, situado entre la carretera general y el carril bici en pleno pinarcillo bajo la fábrica de aglomerados. El camino -determinado por la Cámara Agraria Local, el Ayuntamiento y los Amigos de la Saca- alterna campo, asfalto y ciudad, y si hasta aquí es normal que lleguen todos los novillos lo complicado empieza en esta trazada en la que los animales pueden desorientarse y no seguir la manda o perderse dentro del recorrido, lo que no resulta inusual pues hay que tener en cuenta el estrés al que están sometidos, el intenso calor que suele ser predominante a finales de junio, o los continuos arreos y ruidos que les desorientan.

El secreto del éxito de la Saca comienza en estos momentos y es que esta salida, igualmente bonita pero no tan espectacular, debe hacerse lentamente, al paso, sin azuzar al ganado. Los que llevan años haciendo Sacas, algunos desde hace generaciones, dicen que no hay que picar al novillo pues éste se revuelve y sale en estampida acompañado del resto de la manada sin que los caballos de la vanguardia puedan pararlos, máxime si esto se produce en el pinarcillo cercano, lugar en el que las ramas bajas restan visibilidad y maniobrabilidad a jinetes y caballos. Dicen que la forma adecuada es que un vaquero a pie agrupe el ganado con una vara dirigida por un caballista que le auxilia. Los demás deben encontrarse por detrás al paso y las personas a pie pueden situarse a ambos lados. Dos o tres jinetes irán delante para frenar posibles carreras y los espectadores que contemplan la comitiva deben abstenerse de citar al todo desde las vallas.

Esa es la teoría, pero resulta inevitable que algún caballista sin conciencia de su papel azuce la manada, o algún valiente espontáneo que cite un toro desde las talanqueras, o que un camionero que pasa por la nacional toque la bocina para prevenir al algún peatón despistado… Hay muchos factores que suelen hacer que en cuanto se abran las puertas de los corrales la manada parta en estampida dificultando su control y obligando a los sanjuaneros que van a pie a correr para seguirles.

La siguiente parada, en el descansadero citado, es en teoría el último parón antes de llegar a Soria, y se retiene al ganado el tiempo suficiente para tratar de recoger todos los novillos y que descansen a la sombra lo que hace que a veces esa parada se haga eterna.

Desde ahí y hasta el destino último en los corrales de la plaza, el camino es casi todo sobre asfalto y urbano, y está acompañado por miles de sorianos y ya menos caballistas que desde dentro del recorrido o desde fuera de las vallas, jalean a los novillos dificultando conducirlos hacia los corrales. La primera parte de ese recorrido es todavía por campo y cuesta arriba pero el vallado se estrecha y va conduciendo la manada por el carril bici, la variante norte y el polígono industrial donde comienza la ciudad que a estas horas estará atestada de personas que contemplan el grupo o dan de beber con mangueras a los agotados novillos y a los sedientos sanjuaneros. Esta parte pavimentada es muy apta para que se luzcan los sanjuaneros que van a pie, pero es poco adecuada para los animales herrados o no, que suelen patinar en el asfalto.

Si todo va bien los novillos llegarán hasta los corrales pero lo usual es que alguno quede agotado a medio camino y tenga que ser recogido en algún camión. Esta última etapa, desde el polígono hasta la plaza, es también espectacular y en ella suelen ser los sanjuaneros de a pie los protagonistas acompañando a los novillos y desarrollarrando interesantes carreras.

Dice el artículo 15 de las ordenanzas municipales que cuando la autoridad competente, considere que la Saca ya ha terminado, hacia las cinco de la tarde, tres cohetes tirados desde el centro de Soria indicarán el fin oficial del festejo y darán pie a que comience el desfile de jurados, autoridades y banda hasta la plaza Mayor donde bailarán unas sanjuaneras.

Como decía antes, era costumbre antigua que tras finalizar con éxito la Saca los jinetes que habían participado recorriesen el Collado al galope –cubierto de arena para evitar resbalones- para que el público les mostrase con aplausos su agradecimiento y, si había sido mala Saca y se atrevían a desfilar, a premiar con pitadas y abucheos sus desatinos. La costumbre desapareció pero intermitentemente, comienza a ser otra vez usual que, al paso, algunos caballistas que han trabajado bien formen parte del recorrido de este desfile hasta la plaza Mayor.

Tras una agotadora jornada de calor, esfuerzo físico y falta de sueño, algunos optan por retirarse a reponer fuerzas pero muchos otros optan por quedarse en la plaza de toros donde a eso de las 18:00 comenzará una capea de vaquillas en recuerdo de las “catas” a los toros que se hacían antaño. Los que no pueden descansar son los miembros de cada cuadrilla que a la par y sin haber descanso al cuerpo, recogerán a los músicos de sus propias charangas y comenzarán a recorrer el primero de los muchos pasacalles que desarrollarán en estos días, bailando sin parar y convidando a vino a todo aquel que se encuentren. Tanto esta primera ronda como la última del Lunes de Bailas, los jurados y colaboradores deben ofrecerla por todas las calles. El resto de los días pueden alternarse e incluso hacerlas sin jurado, pero en esos dos pasacalles no hay más remedio que darla y con presencia del jurado y de la jurada.

Al caer la tarde la banda de música organiza en la plaza Mayor una verbena y en la noche hay verbenas de cuadrilla o pasacalles, aunque sin duda son las de las peñas las más concurridas. El día ha sido largo, emocionante y agotador pero el día siguiente se presenta parecido o incluso más agotador, pues no son pocos los que sin dormir acudirán mañana a la plaza que es Viernes de Toros.


Alberto Arribas es miembro de la Asociación de Amigos del Museo Numantino. 

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