Todos sabemos cómo es el Jueves la Saca. Valonsadero a
punto de explotar por la cantidad de sanjuaneros que nos
agolpamos casi a presión en Cañadahonda. Pocas horas para las
doce, chiringuitos, amigos, música, la puerta de corrales, las
gradas de roca que se tiñen de colores, calor, vino, cervezas,
cabezaditas y alergias. No hay un solo hueco sin ocupar. Los
novillos se revuelven nerviosos y cada vez queda menos. Nos
entretenemos con las mozas, que cada vez tienen los hombros más
colorados y menos vergüenza (como nosotros: las novias en
Benidorm). Y es que estamos eufóricos. Almuerzo, dormir diez
minutejos, litros y más litros qué importa de qué. Los amigos de
la puerta de corrales toman posiciones. Gaitas, Sanjuaneras y
más sanjuaneras (qué guapas y simpáticas son en Fiestas). Los
pinchos de la puerta van tomando dueño. Nos agolpamos, sudamos,
bebemos, cantamos, saltamos. La mayor concentración de alegría
por metro cuadrado en todo el Mundo está en la puerta de los
corrales. Primer cohete. Queda menos. Segundo cohete. Muchos se
retiran otros intentamos no perder detalle. Tercer cohete.
Pulsaciones a cien, este año hay preocupación. Las puertas
apenas pueden abrirse por la cantidad de sanjuaneros, los toros
salen, alguno embiste y acierta. Todos, los novillos, los
jinetes y miles de sanjuaneros salen disparados, en el momento
más fugaz y más intenso de todas las Fiestas. Tras esto, a
reponer fuerzas, este año detrás de La Saca (pena de vallas que
nos convierten en el encierro más largo de España).
De camino a la Vega de San Millán, oigo comentar a unos
sanjuaneros de “pro” lo poco sanjuaneros que son los que deciden
quedarse en los chiringuitos con la otra fiesta. Para qué
discutir con desconocidos. Esta gente que va dando por ahí
licencias de sanjuanerismo me pone enfermo, pero creo que soy
demasiado educado y no contesto. Y me jode no discutir con gente
así. Qué coño importa cómo decida divertirse cada uno si respeta
a los demás y a las tradiciones. Cuántos sorianos han estado en
la salida de la Vega. Yo era la primera vez y no tengo ningún
complejo, ni me siento menos sanjuanero ni menos soriano. Y he
decir, me gustó la salida y me parece mucho mejor que estar en
los chiringuitos, pero no creo que me haga más que nadie y quien
sabe si al año que viene opto por quedarme en la Cañada en vez
de andar 8 kilómetros. Dejemos a estos sanjuaneros.
Cuesta reagrupar a los novillos en la Vega. Se sacrifica a
un toro herido, a otro hay que enmaromarlo para meterlo en un
camión. Llegan las 14:30 y la segunda salida de La Saca no
arranca. 20 minutos de retraso. De la Vega salen diez. De los
diez dos se dan la vuelta y alguno se presenta en la carretera
de Burgos. Se me acaban las pilas de la radio. Espero que una
emisora me llame y al final deben decidir que mi opinión no es
interesante, no llaman. Lástima y leve decepción, me lo
advirtieron. El nuevo recorrido vallado está repleto de
sanjuaneros que seguimos más o menos de cerca a los novillos y
jinetes. Llegamos al nuevo descansadero. De allí salen siete
novillos y mansos, exhaustos. Calor y empeño de ir corriendo, al
galope, como Curro Jiménez. Cuatro toros toman camino a Soria,
el resto se quedan en el entorno del Pinarcillo y del
descansadero. Se acerca el final. Sólo dos toros entran en la
plaza, uno de ellos se resiste. De los otros dos, a uno hay que
sacrificarlo herido en las patas y el otro queda en la ITV del
polígono, a la sombra. Necesita inspección, reventado. Nada que
hacer, sólo arranca para cambiar de árbol. Junto a la valla que
corta el tráfico de la variante, unos camioneros portugueses
comentan la cantidad de caballos para unos pocos toros.
No sé, este encierro de La Saca con dos toros, ¿ha sido un
fracaso? Los expertos dirán y buscarán soluciones y responsables
(que los hay). Me miro en el espejo, parezco un negativo de el
Zorro. |
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