La noche me confunde y me vence. El Sábado Agés, como los
anteriores, es un día de toros, pero en forma de tajadas y
despojos. A eso de las 12 a por la tajada en crudo, la de la
ternera de la Diputación, porque del toro del Viernes poco
queda. Moscatel, pastas y asadurilla. Un señor muy amable me
invita a ver el interior de la Cuadrilla de Santiago, pero tengo
el tiempo justo para ir a por otra tajada, unas pocas fotos y
listo. Una pena, de verdad.
Por la tarde llega uno de los momentos más cachondos de las
Fiestas si sabes como. Hay gente que me dice que los Agés le
aburren y prefieren quedarse durmiendo la siesta. En serio, si
participas es una tarde muy especial. Los subastadores animan
las pujas (a alguno le tendrían que decir que se dedique a otra
cosa), los grupos de amigos quieren merendar y por eso suben la
puja anterior, piden vino y música. Hay alguna Cuadrilla que eso
de dar vino… como que les cuesta a Cuatros y colaboradores. ¿No
se dan cuenta que si me emborrachan al final la puja se va a
hacer sin sentido de la medida? Compramos varias piezas de
carne, animamos la subasta de una Cuadrilla subiendo las pujas
ante la mirada cómplice del subastador, pedimos vino y más vino.
Los subastadores son como los cómicos del Club de la Comedia,
sobretodo pasadas unas horas y unos cuantos tragos de vino. Uno
de ellos, el Nica, juega con los cojones del toro (para
entendernos) hablando de sus propiedades y de las posibilidades
de uso. La verdad que muchos de los despojos acaban atados de
una cuerda o tirados por cualquier rincón. Y eso que hay toros
de ocho orejas, nueve cuernos, doce solomillos, dieciséis patas
e innumerables rabos. El conocido toro mutante sanjuanero.
Como marca la tradición, para acabar, gran pedo, la cámara
sin baterías y a por el Strapalucio. Que grandes, ellos solos
son capaces de mover a cientos de personas. Y yo grabando con el
móvil. Se ve que hay calidad. |
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