Como siempre, dentro de la rutina que suponen los
Sanjuanes, lo que nunca se altera en esencia pero sí en
detalles, nos apelotonamos miles de sanjuaneros en la Plaza
Mayor para hacer que escuchamos el Pregón. La tradición manda:
ni caso, gritos, botas de mano en mano, litros de cerveza y de
kalimotxo surcando el ambiente sanjuanero. Los Jurados
emocionados, los pregoneros intentando levantar la voz por
encima de toda la masa bullanguera y el personal sólo esperando
la frase mágica: Viva Soria. Vivan las Fiestas de San Juan.
Entonces, sólo entonces estamos atentos al Pregón hecho a base
de retales de Sanjuaneras y tópicos excesivamente manidos. Pero
qué importa, es la fórmula mágica, la introducción que da pie a
cinco días impresionantes. Para Literatura ya me voy a la
biblioteca o leo el Marca. Empezamos a sanjuanear. |
Ya lo he dicho, la Plaza a reventar y la subida por el
Collado apenas avanza, llena de buen rollo, mucha fiesta y bien
de música a todo gas. Las fuerzas están intactas. De la Dehesa,
a verbenas, al botellón en la fuente, a los bares y cuando
despunta la mañana, a La Saca. El momento en el que en realidad
empieza todo, sin necesidad de adornos ni de palabras ni de
versos altisonantes ni de trajes de gala ni coches descapotables
ni cenas pomposas ni páginas webs. El Jueves comienza todo de
verdad. |