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Alergia
taurina
Domingo,
14 de junio
Cada San Juan
me pasa, cada Lavalenguas o Compra, mi alergia al cuerno de
toro, novillo o como se quiera llamar al bicho, va en aumento. Y
es extraño, porque según las últimas pruebas tengo alergia a un
montón de cosas que ni sé que son, pero no al cuerno taurino.
Deber ser sugestión o algún tipo de hipocondría leve o severa,
el doctor dirá. La cuestión es que este año, los síntomas de
esta alergia han sido más fuertes que en años pasados. Ver como un bicho de muchas arrobas, se queda quieto, da media
vuelta y barre el lateral de los gaiteros, en el que estaba yo,
pues como que acojona. Especialmente, después de ver tremenda
cogida. Inmediatamente, tomé la medicación, pero se me olvidó
que es para el polen. En la próxima visita al alergólogo le
comentaré lo mío, lo de la alergia taurina, a ver si es normal o
no. Es posible que me deba mantener una distancia mayor a la de este
año, a menos de 5 metros de un toro llamado Finito (y un huevo
finito). La verdad, espíritu de José Tomás no gasto y esos
bichos cuanto más lejos de mi, como que mejor.
Por cierto,
¿quién elige el nombre de los toros? ¿Tonto? Demostró todo lo
contrario. ¿Finito? Y de Butragueño mejor ni hablamos. |
La crónica seria
El día comenzó con el encierro de las reses en los corrales de
Cañada Honda. En la popularmente conocida como Comprilla, se
acercaron muchos sorianos a ver cómo los miembros de la
asociación de Amigos de la Saca y sanjuaneros a pie se
esforzaban para encerrar los novillos. En un principio parecía
que todo iba a favor de los caballistas, consiguiendo encerrar a
tres animales de una sola vez, pero todo terminó torciéndose,
costando varias horas encerrar al resto de novillos en los
corrales.
Menos concurrida que el Lavalenguas, La Compra se desarrolló con
un gran ambiente en los chiringuitos, peñas, corrales y pradera.
A las 18.00h comenzó la suelta de los novillos, comenzando en
este momento de la jornada, los instantes de mayor emoción y
miedo. Los novillos demostraron su bravura y fueron escasos los
intentos de recortes y pases de capote. Remolones a la hora de
salir del corral a la plazuela e impetuosos en el momento de
salir a la pradera. Pero el mayor susto se produjo en el quinto
toro, que embistió a una de las personas que se encontraba
dentro de la plaza, causándole heridas de gravedad y provocando
un enorme griterío entre los asistentes. Hubo más sustos a lo
largo de la tarde y la Cruz Roja sita en la pradera se tuvo que
emplear a fondo para evacuar a los heridos.
Aún así, las ganas de fiestas se mantuvieron más o menos
intactas y cada tres novillos la multitud invadía el pequeño
coso acompañada de gaiteros que animaban el festejo, ante la
cómplice animación de los Jurados de Cuadrilla. Botas de vino y
muy buen rollo hacían olvidar los malos ratos y a limpiar las
bocas de polvo.
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