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DOMINGO DE CALDERAS 2007:
La noche ha sido larga y uno ya no está para estos
trotes. Pero hago el esfuerzo y me levanto. El Domingo
de Calderas, para muchos, es el día de descanso de las
Fiestas. Para otros es un día especial porque salen con
las Peñas o Cuadrillas y hay gente que baja al desfile a
cotillear sobre cómo va vestida la Jurada de turno. Hay
pa tó. Bajo disparado, la resaca es de las antológicas.
Como no llevo una cámara gigante, ni una mochila, las
amables señoras y señores no me dejan pasar por
el recorrido y tampoco ponerme más cerca y no sacar
cabezas. Da gusto la de gente amable que te puedes
encontrar. Así que, me quedo en la puerta de la Dehesa,
intentando sacar unas fotos dignas. Las Calderas me
parecen cada año que pasa más feas. Esos pollos
momificados lo que han tenido que pasar para quedar así
de retiesos. ¿Y el toro? ¿No se supone que la Caldera es
principalmente de toro? En estos momentos estoy preocupado por
los pollos o gallinas, que también las hay. Una tras otra, las
doce Cuadrillas pasan con sus Calderas de rosas, toros de
souvenir y pollos plastificados, decenas de personas vestidas
con el traje tradicional y las txarangas tocando Sanjuaneras.
Las siguen las Peñas, formando serpentinas de colores, y sus
txarangas, tocando también Sanjuaneras.
Hay una Caldera que desafía a la gravedad y a la fuerza
de los Cuatros que la transportan. La gente se arremolina en el Alto de
la Dehesa esperando la prueba de la autoridad, políticos
que aprovechan para salir en la foto y mover el bigote
de gratis, vamos. Mesas peripuestas con suculentos
manjares, pero del toro de la Caldera na de na. Será
cosa del pollo. Cuando pasa la autoridad, que ya ha
repartido besos y efusivos abrazos, se reparten las
viandas entre los presentes. ¿Y el toro de la Caldera?
Ya no se reparte. Lástima que esta tradición se haya
perdido y que ahora sólo importe cómo es esa especie de
florero con pollo disecado. Me siento pelín cabreado.
Debe ser la resaca. Así que, al vermú y a esperar a la
noche, que estará más tranquila que la del Sábado Agés.
Y es que Soria se llena durante estos días, aunque
parezca mentira.
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