Historia de las Fiestas de San Juan
El Pregón
El primer día de Fiestas, desde 1956.
Una de las particularidades de las fiestas de San Juan es que aunque el primer día sea el Miércoles el Pregón a efectos de cálculo festivo el calendario las fiestas comienza el jueves siguiente al 24 de junio, festividad de San Juan Bautista o en esa misma jornada si coincide que el 24 sea jueves, pero el Pregón siempre será el día anterior al Jueves la Saca.
Esto viene a cuento de que aunque el Pregón sea una fiesta ya plenamente asentada su origen es relativamente reciente por lo que a este día grande con nombre propio casi cabe considerársele como la precuela de las fiestas, día en el que las cuadrillas no tienen todavía música ni actos oficiales. Es una más de esas rarezas propias de nuestras fiestas, difíciles de entender por los forasteros pero que le dan una idiosincrasia tan particular que las hace únicas.
Es posible que el miércoles previo a las fiestas no haya sido fiesta propia hasta hace poco, pero siempre ha sido un día especial, día de mercadillo, de aprovisionarse, de hacer las últimas compras para llenar la despensa pues la mayor parte del comercio cierra durante varios días, de preparar la ropa para fiestas, de rellenar las botas, de ir a los toros… Todos esos elementos generan una inquietud especial en un pueblo que quiere comenzar a celebrar sus fiestas y aunque el origen de las fiestas sea confuso y estén cargadas de elementos mitológicos y desconocidos, el Miércoles el Pregón es de los pocos que lo tiene más o menos claro. Veámoslo.
Antecedentes históricos
El Miércoles del Pregón como jornada festiva apareció en 1956 pero antes de esa fecha el ambiente prefestivo ya era evidente en la calle igual que ahora. El Jueves la Saca por la mañana era laborable y día de mercado pero el aire de fiesta se notaba desde el día anterior en los puestos que inundaban la ciudad ofreciendo gorras y pañuelos, en la colocación de farolillos en la Dehesa que siempre se dejaba para última hora, en el trajinar de carros que surtían a los comercios y bares de más mercancía de lo habitual o en los numerosos sorianos y forasteros que acudían a celebrar las fiestas.
No faltaban los charlatanes que vendían peines, los pobres que buscaban la generosidad de quien está de fiesta, los fulleros que trataban de arrancar algunas monedas con sus juegos de azar amañados y, sobre todo, muchos vecinos de pueblos cercanos a la capital que se desplazaban hasta Soria con la intención de alquilar sus monturas a los que carecían de ella pero querían participar activamente en la Saca.
En este ambiente casi de fiesta a alguien se le ocurrió que para dar más realce habría que considerar festivo el Jueves la Saca y organizar un acto de inauguración de las fiestas en la noche del día anterior tal y como hacían los pamploneses en sus fiestas con las que siempre se nos ha tratado de comparar.
Oficialmente fueron los jurados de cuadrilla de 1956 los que propusieron al Ayuntamiento de Soria varias medidas para mejorar las fiestas, y entre ellas dos que están relacionadas con lo que ahora estamos tratando, que «el Miércoles, víspera de la Saca, se haga un Pregón de fiesta» y considerar como festivo laboral el Jueves la Saca. Sin embargo y aunque esa sea la versión oficial es posible que la decisión no fuese todo lo espontánea que se ha dicho pues parece que hubo alguien que merece ser considerado el instigador de estas reformas.
Cuatro años antes, en marzo de 1952, llegó a Soria como gobernador civil de la provincia Luis López Pando, un coronel de infantería que no dejó a nadie indiferente y cuyas intentos de reformar las fiestas para bien o para mal siguen estando en la memoria de los que lo vivieron de primera mano. El gobernador debió pensar que Soria era su cuartel particular y los sorianos su tropa por lo que no entendió el desenfreno que transformaba a los sorianos cuando llegaban las fiestas y con el poder prácticamente absoluto que tenían entonces los gobernadores civiles trató de organizar unas fiestas de San Juan conforme a su propio criterio de lo que debían ser unas fiestas como Dios manda, llegando a proponer que los sanjuaneros vistieran esos días ropa blanca con faja roja, celebraran misas, juegos florales y procesiones, todo en un ambiente festivo tan decoroso e inmaculado como si se celebrara el Corpus Christi.
Ya habrá momento de hablar largo y tendido de las reformas que quiso imponernos el señor López Pando y de los incidentes que acontecieron pero por no extendernos mucho se puede resumir apuntando la sospecha casi segura de que fue este gobernador quien impuso al ayuntamiento de la ciudad y a los jurados de 1956 la propuesta de que como si fuera una idea de ellos, elaborasen una lista de reformas festivas entre la que estaba la de celebrar un pregón de fiestas. No vamos a detenernos en ellas pero había algunas curiosas que no parecen surgidas voluntariamente de la mente de un soriano y más bien inculcadas por alguien que desconoce las fiestas, como la de celebrar carreras de motos el Jueves la Saca o partidos de fútbol el Viernes de Toros, pero también había otras que se acabaron imponiendo y que sí parecen más propias de un soriano como las de aumentar la ayuda económica municipal a las cuadrillas, dar premios a las Calderas, a los vehículos y a los locales de cuadrilla mejor adornados, que se celebrara una corrida la tarde del Domingo de Calderas o, la que ahora nos ocupa, la de celebrar un pregón el miércoles antes de las fiestas.
Las propuestas fueron aceptadas y se llevaron a cabo ese mismo año. Algunas como las competiciones de motociclismo o fútbol no tuvieron continuidad pero otras sí prosperaron y siguen celebrándose en la actualidad como son el Pregón de fiestas y la festividad laboral del Jueves la Saca, lo que celebrado conjuntamente convirtió el Pregón en un festejo con nombre propio que da inicio a las fiestas y que al celebrarse en la víspera de un día no laborable fue incorporado al ciclo festivo con gran éxito.
Lo que sí ha cambiado, y mucho, es la forma y la esencia de aquellos primeros pregones. El primer Pregón de 1956 fue compuesto por el intelectual Víctor Higes Cuevas y leído por el locutor de “Radio Soria” Roberto García del Río en el balcón del ayuntamiento, un texto que aunque firmado por el investigador no parece corresponder con su estilo literario –lo que hace suponer que en realidad sería escrito por López Pando- y que recogía lindezas muy al gusto literario de la época y tan poco propias de nuestras fiestas, como esas líneas en las que se mandaba y ordenaba: “… en nombre del invicto Caudillo que al presente, torna con su espada a forjar la unidad patria, encauzando los destinos inmortales de España, poniendo por cimera, en la cumbre de su invencible escudo, la Cruz, signo imborrable de lo eterno… que gocen en estos días sanjuaneros, la más sana y santa alegría, el más alborozado jolgorio, la más sosegada tranquilidad, propia de la diversión más honesta”.
Tras la lectura, más bien declamación, del Pregón desde el balcón del ayuntamiento se organizó un desfile muy formal y protocolario que tan poco fundamento tiene en unas fiestas tan ordenadamente desorganizadas como son las nuestras. Encabezado por un piquete de la policía municipal, detrás desfilaba el pregonero montado a caballo y rodeado de pajes y trompeteros vestidos a la usanza medieval, seguido de la Banda de Música, cuadrillas de mozos y mozas “con trajes apropiados” (o sea, chicos y chicas vestidos a la usanza de sanfermines con pantalón o falda blanca, camisa del mismo color, pañuelo, faja y boina roja), a continuación los caballistas inscritos en los concursos de premios de las fiestas y para terminar los jurados (nótese que se pone claramente en masculino y no es por generalizar no, pues las juradas a esas horas bastante liadas estaban en casa preparando la comida del día siguiente) acompañados de una representación de la corporación municipal y escoltados por otro piquete de policía municipal. Este desfile uniformado se dirigió hasta la Diputación para volver a leer desde allí el pregón y de ahí a repetirlo una vez más en el balcón de Gobierno Civil, para terminar dando la vuelta por la Dehesa hasta la plaza de Mariano Granados donde se volvió a leer por cuarta vez y última vez disolviéndose por fin la comitiva y dando inicio a la verbena.
Esta fórmula se mantuvo durante algunos años transformando algunos detalles como la incorporación de bandas de cornetas y tambores, la sustitución del traje pamplonica femenino por el regional soriano hasta que desapareció, o que en vez de en la plaza Mariano Granados fuese leído en el Árbol de la Música.
El pregón se convocaba cada año como concurso literario o bien se encargaba a algún intelectual o escritor más o menos notable de los que el más conocido fue Camilo José Cela (1966) quien después fue premio Nóbel de Literatura, pero en general más que un pregón de fiestas aquello parecería un bando o una ordenanza, y su posterior cortejo casi un desfile militar. Los sorianos lo oían sin prestar mucha atención y casi en silencio, pero no con algarabía y mucho menos con el alboroto que ahora conocemos. Como costumbre festiva que adelantaba el comienzo de las fiestas fue gratamente aceptado y pronto caló entre los sorianos, particularmente cuando fue desapareciendo esa parafernalia procesional y las lecturas consecutivas con lo que el acto fue ganando en espontaneidad y regocijo; pero mucho tuvo que ver también en este júbilo el hecho de que a la par se oficializó la festividad laboral local del día siguiente, Jueves la Saca, con lo que los sorianos se podían permitir el lujo de trasnochar y madrugar para ir a cerrar los toros y así participar en la Saca que muchos sorianos ni conocían, lo que de verdad daba sentido a esa noche de fiesta.
En los años sesenta y setenta el pregón acabó siendo lo que es ahora, un acto popular y multitudinario en el que los sorianos dejan explotar su alegría, y ganó mucha más en 1979 cuando los jurados de ese año decidieron que fuese uno de ellos (la propuesta municipal para ese año era traer a un ministro de la UCD, proposición que los jurados rechazaron y ofrecieron su alternativa) el encargado de ofrecer el Pregón y dar así por inauguradas las fiestas de San Juan de forma que pese a ser un acto con poca trayectoria histórica ha calado hondo en el corazón sanjuanero de los sorianos que ya lo consideran imprescindible.
Aunque estamos hablando de no hace ni cuarenta años, las cosas han cambiado mucho desde entonces. Aquel primer jurado pregonero de 1979 fue –por ser el más joven– Adrián García Martínez de la cuadrilla de la Blanca, quien lo escribió a medias o en parte con Antonia Gonzalo Dulce, jurada de la cuadrilla de San Juan, sin embargo el texto acabó siendo leído por él, sobre todo por que ni siquiera se concebía, y probablemente ni ellas se lo planteasen, que una mujer pudiera ser pregonera.
Esta situación cambió en 1987 cuando Rocío García, jurada de San Miguel, ofreció ella sola el Pregón desde el balcón sin que nadie lo considerase inoportuno. Hoy nos parece una nimiedad que entonces pasó desapercibida (no hubo otra jurada pregonera hasta el año 2000 y lo fue en colaboración con su jurado que ofrecido sólo por una mujer no llegó hasta 2007) pero es que hasta una fecha tan tardía no se puede hablar de igualdad plena entre hombres y mujeres, entre jurados y juradas, siendo entonces entendido ya plenamente por la ciudadanía que la jurada no era la esposa y criada, era alguien exactamente igual que el jurado.
Estas últimas líneas vienen a cuento de justificar o intentar contextualizar esa época en la que surgió otro acto celebrado el Miércoles y que poco o nada tenía que ver con las fiestas, el Homenaje a la Mujer Soriana. Aunque el ambiente machista y proteccionista estaba generalizado en toda la sociedad e igualmente asumido por ellos y ellas, hay que reconocer que algún gentil caballero reconoció, no lo vamos a llamar igualdad pero sí una cierta equidad o empatía hacia la jurada, esa anónima figura sumisa y callada cuya única aparición pública prácticamente se limitaba dar el brazo a su esposo en el desfile del Domingo de Calderas o en la misa del Lunes de Bailas. Buena prueba de ello lo tenemos en las actas de las cuadrillas donde no suelen aparecer ni el nombre de las juradas, o en la prensa de hasta finales de los setenta en la que se ofrecía la foto y nombre del jurado pero no el de la jurada.
La autoría de este homenaje se debe a David Sainz Ruiz, jurado de la Blanca en 1959, quien en ese año propuso reconocer el callado papel de la jurada en fiestas limitado entonces a trabajar como una esclava preparando comidas y trajes, extrapolándolo también al resto de las mujeres sorianas en general que sin ser tan extremo, eran las auténticas encargadas de llevar la complicada intendencia de cada hogar en fiestas.
El calificado por aquel entonces como “simpático acto” fue aceptado por el Ayuntamiento pero fuera del programa oficial. Pocas horas antes de la lectura del Pregón el alcalde convocó a cada pareja a un acto cuyo desarrollo en detalle no se ha podido recuperar, y que fue repitiéndose año tras año, al principio fuera del programa y después ya incorporado como un pretencioso acto abierto al público y que se convirtió en una empalagosa gala en la que como si fueran las “reinas de las fiestas” se les entregaba un ramo de flores, se les decía los guapas que eran, lo bien que cocinaban y se les agradecía la paciencia que tenían. El acto sería tan del agrado de la parte convocante, el Ayuntamiento, que en 1983 lo convirtió casi en un acto literario a celebrar al mediodía del Miércoles para el que se convocó concurso o contrató a conocidos periodistas de la época como Alfonso Ussía o Matías Prats Cañete, o a investigadoras sorianas (lo que tiene más sentido) como Mercedes Molina Ibáñez.
Sin embargo el acto no acababa de calar entre la población y hacia 1988, año en el que el homenaje ya no aparece en el programa de fiestas, las autoridades municipales decidieron sustituirlo por una cena de gala previa al acto del Pregón en el patio de columnas que también ha sido y es todavía objeto de no pocas controversias.
Y no fue el único homenaje a las juradas. En 1973 el entonces presidente de la Diputación Santiago Aparicio Alcalde, soriano y sanjuanero de pro, pensó que había tanto que agradecer que el organismo provincial que presidia también debería mostrarlo por lo que convocó también su propio acto de homenaje a las juradas que ese año tuvo lugar en la mañana del 2 de julio, Lunes de Bailas, tras las procesiones. No se consideró el mejor momento pues los jurados deben estar a esa hora procesionando la imagen de su santo y se cambió al Sábado Agés por la mañana, otra jornada festiva en la que el jurado está desbordado de trabajo. Desde 2001 el acto de la Diputación se pasó a la mañana del Miércoles el Pregón, pero ese homenaje pronto cambió su orientación y se extendió a los jurados en plural, hombres y mujeres.
Se trata éste de un acto protocolario en el que no falta ninguna autoridad provincial o político que quiera salir en la foto y básicamente consiste en la lectura del discurso de turno seguido de la entrega a ellas de un ramo de flores y un mantón de Manila, y a ellos de una placa conmemorativa o del antiguo disco de vinilo con las sanjuaneras que editó la Diputación en los años setenta. Pese a que el cambio de día propicia la mejor asistencia de los jurados, algunos se quejan de que lo único que hace este acto es obligar la asistencia a unas personas que ya tienen la agenda muy ocupada para ese día, por lo que no son pocos los que abogan por la desaparición formal de este acto que poco o nada tiene que ver con la esencia de la fiesta,
Desarrollo actual
Hoy a nivel de la calle la víspera de las fiestas no parece que haya cambiado mucho en relación a tiempos anteriores. Lo que sí ha cambiado es la forma oficial de organizar y celebrar el Miércoles el Pregón.
Para los aficionados taurinos puede decirse que las fiestas empiezan a la par que la corrida de toros, la primera de la feria que desde 1985 se celebra por la tarde en la plaza de toros. Los peñistas recorren ya las calles con sus vistosos uniformes impecables y quedan con sus charangas para intercambiar las últimas instrucciones y las primeras cervezas. Las calles del centro se llenan de tenderetes ambulantes, de vendedores de ropa falsificada, de puestos de baratijas, de gente con el pañuelo blanco al cuello, de chicos y chicas que visten camiseta y peto multicolores, los bares montan improvisadas barras portátiles en las calles, huele a garrapiñadas y surgen personas de otras razas vendiéndonos sombreros y pistolas de agua.
En un momento indeterminado, casi sin darnos cuenta, se escucha la primera sanjuanera y desde entonces el ambiente ya es imparable. Todo el centro está topado de gente que va y viene pero hay que abrir sitio pues hacia las siete de la tarde por el Collado desfila un peculiar cortejo de gaiteros precediendo coches de época que llevan a las doce parejas vestidas de gala hasta el ayuntamiento donde al son de la banda que toca la sanjuanera “Vivan las juradas” y con presencia de numeroso público que se dedica a criticar cómo visten ellas, el alcalde o el concejal de festejos les espera al pie de una alfombra roja que, bajo mazas, les llevará al interior.
Este debe ser el acto más controvertido de las fiestas en la actualidad, una cena en la que el Ayuntamiento en pleno obsequia a invitados, presidentes de peñas, autoridades locales y provinciales y, sobre todo, a las doce parejas de jurados, con una cena más que de gala resulta de alto copete, en la que ellos suelen estrenar traje además del bastón, y ellas elegantes vestidos con sofisticados peinados que parecen más propios de una recepción real.
A eso de las 20:30 la cena comienza formalmente mientras el resto de la ciudad ya está de fiesta paseando por las atestadas calles del centro haciendo tiempo hasta las once de la noche, hora en la que se leerá el pregón desde el balcón del ayuntamiento. En su interior los platos se van sucediendo pese a los nervios, particularmente los de una pareja que será la encargada de leer el pregón.
En cuanto a la forma de elegir a la persona o pareja encargada de leer el pregón no hay nada reglado. Hay a quien le hace mucha ilusión y hay a quien le impresiona leerlo delante de la multitud por lo que el grupo de jurados de cada año suele proponer que surjan voluntarios y que en el caso de que haya varios candidatos los interesados escriban su propio texto, los lleven a una de sus asambleas, se abran anónimamente para leerlos en voz alta y que los veinticuatro sean por mayoría quienes elijan el que les parezca mejor y designen a su autor encargado de leerlo.
Desde un buen rato antes de las 11 de la noche todos los sanjuaneros se encuentran en una plaza Mayor abarrotada hasta las calles que desembocan en ella y los que no pueden acudir lo ven por televisión. Minutos antes de que el reloj de la Audiencia de las once campanadas casi todos los jurados y todas las autoridades invitadas salen a la escalinata del ayuntamiento esperando a que empiece el pregón, breve espera que se ameniza con los sones de la banda. Cuando el reloj de la Audiencia dé las 11 en punto el balcón principal de la Casa Consistorial se abre para que uno, una, o dos de los jurados elegidos actúen de pregonero.
Los hay en prosa, en verso, con mayor o menor calidad retórica, pero para los que abajo jalonan cada frase del pregonero lo mismo les daría escuchar alabanzas o insultos pues aunque hay megafonía es prácticamente imposible entender lo que dice. Lo único que de verdad se oye es el final que acaba con un “¡Viva Soria! ¡Vivan las fiestas de San Juan!” y que de tan somera forma dará inicio a un alborozo que a duras penas se podía ya contener.
A continuación la banda, que no se oye, interpreta alguna pieza mientras el público va abandonando la plaza y disponiéndose a ambos lados del Collado hasta la Dehesa pues de inmediato comenzará un animado desfile encabezado por la banda municipal seguida de jurados, miembros del ayuntamiento, resto de autoridades y las peñas con sus propios músicos que desfilan por orden de antigüedad (Peña “Poca Pena”, “El Desbarajuste”, “El Bullicio”, “La Ilusión” y “El Cuadro”, aunque finalmente y pese a que no es la más antigua desfila la peña “Los que faltaban” pues así lo sugiere su nombre). Después verbena de la banda en la Dehesa junto al monumento erigido en honor de don Francisco y don Jesús y junto al Árbol de la Música.
De esta forma tan animada comienzan unas fiestas que prácticamente sin pausa transformarán totalmente la ciudad durante cinco días.
RELACIÓN DE PREGONEROS
PREGONEROS HONORÍFICOS
1956
Víctor Higes Cuevas
Escritor, investigador, historiador soriano
1957
Bienvenido Calvo
Periodista
1958
José Antonio Pérez-Rioja
Escritor, filólogo, director de la Casa de la Cultura
1959
Celestino Monge
Periodista
1960
Miguel Moreno y Moreno
Periodista
1961
Juan Ríos Suárez
Periodista
1962
Miguel Moreno y Moreno
Periodista
1963
Isaías Pascual Moreno
Periodista y sacerdote
1964
Rafael Bermejo
Periodista
1965
Pablo Luis Velilla Alcubilla
Periodista, abogado
1966
Camilo José Cela
Escritor
1967
Jaime de Foxá Torroba
Escritor
1968
Anselmo Romero Marín
Pedagogo
1969
Dámaso Santos Gutiérrez
Periodista y escritor
1970
Augusto Miralles
¿?
1971
Gabriel Cisneros Laborda
Politico
1972
César Casado Jiménez
¿?
1973
Alberto Cercós Pérez
Politico
1974
Alfonso Navalón
¿?
1975
Ramiro Cercós Perez
Político
1976
Manuel Calvo Hernando
¿?
1977
Vicente Segrelles Chillida
Gobernador civil de Soria
1978
Benito del Riego Moreno
Escritor
JURADOS PREGONEROS
1979
Adrián García
La Blanca
1980
José María Magaña
Santiago
1981
José Almajano
Santa Catalina
1982
José Antonio Martín de Marco
Santo Tomé, San Clemente y San Martín
1983
Joaquín Pardo
El Rosel y San Blas
1984
Ricardo de María Diges
La Mayor
1985
Agnelo Yubero
San Miguel
1986
Rafael Calvo
San Esteban
1987
Rocío García
San Miguel
1988
José María de Juana
San Juan
1989
Antonio Soria
La Mayor
1990
José Luis González Lorenzo
Santiago
1991
José María Martínez Laseca
Santa Catalina
1992
Antonio Mateo
San Miguel
1993
Tomás Mugarza
San Esteban
1994
Alfredo Esteras
San Miguel
1995
Juan Carlos Antúnez
San Esteban
1996
Isaac Catalina Gil
San Esteban
1997
José Alberto Ramos
Santiago
1998
Esperanza Martínez
Santiago
1999
José María de Miguel
El Rosel y San Blas
2000
Gloria García y Fco. J. del Amo
San Esteban y San Juan
2001
Antonio Fernández San Román
El Salvador
2002
María Concepción Herrero y Nuria del Barrio
San Juan y Santo Tomé, San Clemente y San Martín
2003
Blas Antonio Díez
Santiago
2004
Diego Asensio y Mónica Salas
Santa Bárbara
2005
Leonor Calvo y Juan José Negredo
San Miguel
2006
Joaquín Martínez Álvarez y María de Carmen Buberos
El Rosel y San Blas
2007
Concepción Gómez
Santa Bárbara
2008
Rubén García
San Juan
2009
Ana Marina
La Blanca
2010
Julián Antonio Salas y Soraya Aragonés
San Esteban
2011
Silvia Alonso
Santa Catalina
2012
María de Miguel
Santo Tomé, San Clemente y San Martín
2013
Tina Miralles
Santa Bárbara
2014
Ignacio Gutiérrez y Pilar Úcar
El Salvador
2015
Fco. Javier Arigita Girbau y Luisa Soria Hernández
La Mayor
Alberto Arribas es miembro de la Asociación de Amigos del Museo Numantino.
Foto: AHPSo-20229-maceros-trabajo.