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El Catapán de ayer y hoy

Por Sanjuaneando.com · Soria

28 abril, 2016 12:08 CET · Historia de San Juan comentarios
Catapán

Dicen los forasteros que los sorianos tenemos un léxico y una forma muy particular de hablar, y cuando les preguntamos que a qué se refieren nos dicen que usamos palabras raras como acicuaco, Agés, Catapán, regalarse,… Y es de justicia reconocer que tienen razón y que aunque todos sabemos a qué vamos el Catapán, igual no sabemos qué es el Catapán. Vamos a intentar aclararlo.

El Catapán es una asamblea de vecinos en la que se aprueban actas de las asambleas anteriores, se ofrecen y discuten las cuentas del ejercicio anterior.

En primer lugar y por si alguien no conoce de qué van las fiestas de San Juan, una síntesis breve para que se entiendan mejor. Antiguamente la ciudad se dividía en una serie de barrios llamados Cuadrillas que bajo el nombre de un santo o santa agrupaban y organizaban a los vecinos de la ciudad para recabar impuestos, organizar levas, elegir representantes y demás labores organizativas. Pero también se juntaban para divertirse pues una vez al año cada Cuadrilla compraba un toro para correrlo por las calles y comérselo después entre todos y convidando a los pobres. Al frente de cada una de esas Cuadrillas había una figura, el jurado, como máximo representante y aunque los modos y las formas han cambiado mucho a lo largo del tiempo, algunos elementos de esa organización medieval siguen persistiendo y uno de ellos es eso, el Catapán.

En pocas palabras el Catapán es una asamblea de vecinos a la que se le añaden más elementos pero en esencia eso es lo que es, una reunión de la comunidad de vecinos en la que se aprueban actas de las asambleas anteriores, se ofrecen y discuten las cuentas del ejercicio anterior, se decide si se aprueban o no, si se quiere o no celebrar fiestas y se da relevo al responsable de la Cuadrilla, el jurado, quien toma la palabra para ofrecerse a los vecinos a darles una buena fiesta y nombra su secretario y el resto de cargos. A diferencia de las reuniones de la escalera de cada portal, tras esa parte oficial el jurado ofrece a los vecinos, y en general a todos los presentes, un sencillo ágape consistente en pan, queso y bacalao salado, además de vino de la bota y música para que los vecinos se diviertan.

Pues eso es lo que ha sido y lo que es, algo que a priori no parece que justifique el ansia con el que los sorianos esperan la fiesta pero como antes decía, el Catapán tiene muchos más elementos alrededor.

Tradicionalmente el primer domingo de mayo (no siempre ha sido en esta jornada, es más, en esta fecha concreta casi puede considerarse una modernidad que no tiene ni un siglo) las campanas de la ciudad de Soria tocaban para convocar a los vecinos en el atrio de la iglesia, sacristía o casa del jurado para que asistiesen a una asamblea democrática en la que trataban asuntos relativos a la celebración de las fiestas. Sólo acudían los vecinos, es decir, “los vecinos de casa abierta con familia dependiente de ellos y no aparente”, como establece diversa

Catapán 1920

Catapán 1920. Foto AHPSo

documentación antigua. Es probable que se permitiera la presencia de los mozos sin voz ni voto para que fueran aprendiendo los usos y costumbres de la comunidad. Lo que es casi seguro es que no acudían mujeres si no era para servir el refrigerio ya que ese ha sido su papel en esta sociedad que les tocó vivir hasta hace pocos años.

Sabemos el qué pero no sabemos el cómo y es que no han trascendido muchos detalles de la forma en la que se desarrollaban estas asambleas pero examinado las actas, las viejas fotografías y evocando recuerdos familiares no creemos equivocarnos mucho si aseguramos que aquellas eran reuniones muy serias donde se prestaba mucha atención y en las que a veces se discutía airadamente por cuestiones banales. Los vecinos más mayores sentados en bancos corridos, apoyando la espalda en la pared y sus manos en las cachabas, escuchaban con atención, discutían los balances y presupuestos económicos de la Cuadrilla cuestionando el destino de cada céntimo.

Aprobados y zanjados los asuntos del año anterior, se decidía o daba el visto bueno al nuevo jurado elegido conforme a lo determinado de los capítulos anteriores. El jurado saliente presentaba al entrante oficializando el relevo al entregarle el bastón que se transmitía de mano en mano, así como el libro de Cuadrilla y acompañando en algún caso de un garrafón de vino por ser costumbre antigua. Tras ese nombramiento formal el jurado preguntaba a los siguientes que si querían o no celebrar fiestas de San Juan, lo que parece una obviedad pero que no lo ha sido tanto en tiempos pasados que esperemos no regresen cuando la situación general ha sido tan mala que nadie tenía ganas de celebrar nada. Tras la respuesta afirmativa el jurado procedía a nombrar a una serie de personas (todos varones) para que desarrollasen los oficios cuadrilleros:

  • Secretario: cargo que tenía como único requisito saber leer y escribir pues en una época en la que no todos sabían no podía serlo cualquiera por lo que en no pocas cuadrillas el cargo era vitalicio. Su función era elaborar y controlar las listas de los vecinos, anotar y dar fe de todo lo que acontecía en la cuadrilla, levantar acta de las asambleas de Cuadrilla y, en general, auxiliar al jurado en cualquier requerimiento de esa índole.
  • Ayudantes o cuatros: los ayudantes del jurado en la cuadrilla siempre han sido llamados cuatros pues ese era su número. La duración de su cargo era bianual de forma que todos los años hubiese dos cuatros viejos que conocían sus funciones por haberlas desarrollado el año anterior, y dos cuatros nuevos nombrados en esta jornada del Catapán. Los cuatros eran y siguen siendo los peones de la Cuadrilla, los encargados de hacer todo el trabajo de la Cuadrilla salvo el reservado a las mujeres.
  • Uno o varios revisores de cuentas cuya función era la de examinar los gastos e ingresos de la Cuadrilla.
  • Uno o varios miembros de la llamada comisión para la compra del toro que siendo expertos en asuntos de ganadería bovina pudieran asesorar con seguridad en la compra del toro de la Cuadrilla.

Los dos primeros eran y son los más importantes, básicos y los que se siguen nombrando pues los otros dos podían nombrarse o no. Por esta contraprestación cuadrillera estaban y siguen estando exentos del pago de la tajada. Los dos últimos suelen aparecer actualmente como forma de meter en el acta el nombre de los colaboradores de la Cuadrilla que acaban haciendo de todo pero su mención es de carácter honorífica. También había otros oficios de Cuadrilla hoy perdidos y ya sin fundamento como sacadores de mozas, alumbradores, cocedores…, cargos que a veces se otorgan verbalmente a colaboradores de Cuadrilla pero que ni tienen fundamento ni se sabe muy bien qué hacían. Hablando con rigor histórico hay que decir que algunos oficios cuadrilleros relacionados con las fiestas se elegían en la jornada del Viernes de Toros y no el Catapán, pero aunque desarrollar todas esas peculiaridades sería fantástico, entre estas líneas se escapa del ámbito del proyecto.

En los años 80 del siglo XX aún era normal que el acto del Catapán solo lo presidieran el jurado y el secretario, sin presencia de la jurada.

Terminada la parte oficial del acto del Catapán, a continuación saldrían las mujeres de la Cuadrilla para repartir las bandejas de comida y los cuatro cuatros con sus botas. Esto del ágape parece plausible que surgiría por las buenas formas sí, pero también por la conveniencia de tener que catar los vinos de los diferentes bodegueros interesados en vender el que repartiría en fiestas, y se obsequiaba además a los asistentes con pan y queso. Lo del bacalao se incorporó a mediados del siglo XX cuando una incipiente bonanza económica tras la postguerra permitía algún capricho gastronómico en una época en la que ese producto así comido, sacudiéndole la sal, se le consideraba un manjar que además aumenta la sed del que lo prueba y su deseo de beber vino. Y es que aunque Gaya Nuño en su Santero de San Saturio elevase el atún en escabeche a la categoría de manjar gastronómico, en esos mediados del siglo XX también las conservas y las salazones eran en estas tierras del interior la forma usual de comer pescado de mar.

Lo de la música parece que surgió hace nada, pues salvo algún caso que debe considerarse como la excepción que cumple la regla, no solían contratarse charangas ni gaiteros pues animados por el vino la gente cantaba sanjuaneras sin vergüenza. A partir de 1975 y con la salida al mercado del disco de sanjuaneras editado por la Diputación, las Cuadrillas comenzaron a incorporar entre sus enseres básico el tocadiscos estéreo y sus altavoces, pero hasta la generalización total de charangas o gaiteros en todas las Cuadrillas tendremos que esperar hasta el final del siglo XX.

Catapán 1983

Catapán del Rosel y San Blas 1983

Esas costumbres han cambiado pero la esencia no se ha transformado tanto, pero hay que reconocer que afortunadamente en los últimos treinta años sí hemos visto cambios a mejor y particularmente en lo que al papel de la mujer atañe. Ahora nos parece algo increíble pero en los años 80 del siglo XX aún era normal que el acto del Catapán lo presidiesen los jurados y el secretario pues la jurada, junto con otras mujeres colaboradoras eran las que habían pasado la mañana cortando el pan, el queso y el bacalao y ahora lo preparaban en bandejas o cestillos para servirlos. Ellos únicamente se encargaban de rellenar las botas y de ofrecerlas pero ellas eran las camareras. Así éramos. Lo veíamos normal sin escandalizarnos y lo que era peor, ellas también, por eso es por lo que el auténtico cambio en las fiestas ha surgido con la erradicación del machismo que imperaba y que permitido que haya mujeres hasta en el callejón.

El Catapán hoy

En la actualidad, el acto sigue celebrándose de forma parecida pero ya perdida aquella seriedad. Como siempre y conforme al artículo 10 de las Ordenanzas, la llamada en ese punto «Asamblea general de Cuadrilla y Catapán»:

Artículo 10.- ASAMBLEA GENERAL DE CUADRILLAS Y CATAPÁN
El primer Domingo de Mayo y en los locales de cada una de las Cuadrillas, se celebrará la Asamblea General de Cuadrilla, en cuyo acto los Jurados salientes, o en caso excepcional, persona delegada de dichos Jurados, harán entrega a los Jurados entrantes del Bastón, del Libro y del Cartel de Cuadrilla y de la imagen del santo titular, añadiéndose, en gesto de buena vecindad y armonía, un garrafón de vino. En el orden del día de la Asamblea General de Cuadrilla, habrán de tratarse, con carácter obligatorio, los siguientes puntos:
1- Lectura y aprobación, si procede, de la última acta y de las cuentas de la Cuadrilla del año anterior.
2- Formulación de viva voz y por parte de los Jurados entrantes, de la pregunta ritual:
“Vecinas y Vecinos: ¿Deseáis, que haya fiestas este año en nuestra Cuadrilla?”. 3-Nombramiento por parte de los nuevos Jurados de los cargos del Secretario y de dos “cuatros” de Cuadrilla de la confianza del Jurado y de los otros dos “cuatros” nombrados entre los vecinos presentes en el acto; así como los Censores de Cuentas de la Cuadrilla. El acto continuará con el reparto entre los asistentes de pan, vino, queso y bacalao, tradicionalmente conocido como CATAPÁN.

El Catapán se sigue celebrando a las seis de la tarde del primer domingo de mayo en el interior de los locales de cada una de las Cuadrillas previamente decoradas con esmero para que vecinos y visitantes puedan admirar la artística decoración. Cada local, casi todos ya de propiedad municipal, suelen venir decorados de años anteriores, y hay quien los redecora o hay quien prefiere respetar la decoración anterior o modificarla ligeramente, según sus gustos y presupuesto. En el exterior del local en cuya calle no se podrá aparcar (las correspondientes notas de aviso y las vallas que cierran el tráfico son responsabilidad de la Cuadrilla, no de la policía local) los operarios del ayuntamiento han instalado una plataforma para los músicos que amenizará el acto y si se pide, suele ceder ya para ese día una serie de banderines con el escudo de Soria, mesas y sillas.

Cada vecino de Cuadrilla que haya entrado en fiestas, abonará el importe de la Tajada entera, salvo que el vecino ostente la condición de viudedad, en cuyo caso, abonará Media Tajada.

Dentro del local no puede faltar una mesa presidencial con manteles o colchas de lujo (antigua costumbre de Cuadrillas que algunos se resisten a olvidar) decorada con un centro de flores y el atril donde aparece el libro de Cuadrilla. Tampoco puede faltar una bota, vasos, jarra de vino, bandejas con pan, queso y bacalao. En un lado el jurado y la jurada saliente con su secretario y al otro lado de la mesa el correspondiente trío entrante. El jurado saliente suele llevar el bastón que le va a entregar al nuevo jurado aunque hay quien evita tocar lo que cree que ya no le corresponde y lo deja sobre la mesa. Este bastón del Catapán sí que es el auténtico bastón de Cuadrilla que se pasa de jurado en jurado aunque es costumbre que el ayuntamiento entregue a cada jurado otro de recuerdo que lleva grabado en la empuñadura su nombre, el de la jurada, el año y la Cuadrilla. Cada uno los usa como quiere.

Inicialmente preside el acto el jurado saliente o por ausencia difícilmente excusable la persona en quien delegue. Tras las breves palabras de agradecimiento a los vecinos, dará la voz a su secretario para que lea la última acta, la del Sábado Agés. Informará del balance económico de las cuentas del año anterior que, sobra decir, tiene que cuadrar a cero. Una vez sometida a votación de los presentes el acta y cuentas, el jurado saliente entregará formalmente al entrante el bastón, el libro de Cuadrilla y un garrafón de vino según costumbre recientemente adquirida y ya incluida en las ordenanzas de 2002, «como gesto de buena voluntad». No hay protocolo estricto al respecto pero últimamente en el lote se incluye también el cartel de la Cuadrilla y la imagen del santo o santa titular que poco antes de comenzar el acto viene a traerse en animada procesión desde casa del jurado saliente hasta el local de la Cuadrilla.

Tras ese intercambio de símbolos viene el momento más duro del jurado pues a partir de ese momento ya puede ser considerado ex jurado pues toma el relevo su sustituto que ofrece unas palabras de saludo y presentación de la jurada a la asamblea.

Lo primero que tiene que hacer es formula la pregunta «Vecinas y vecinos: ¿Deseáis que haya fiestas este año en nuestra Cuadrilla?». Y tras la respuesta, seguro que afirmativa, se procederá a nombrar el nombre del secretario que ya levantará acta del presente festejo y que será quien tome la palabra para nombrar a los dos cuatros de confianza del jurado (que ya los tiene preparados), así como de los dos cuatros elegidos voluntarios de entre los asistentes, voluntarios que suele tolerarse surjan de inmediato de entre los amigos y colaboradores del jurado, así como de los censores de cuentas. En alguna Cuadrilla se cumple el formalismo de que el cuatro firme un documento aceptando el cargo y recibe ya su propia bota de vino, si bien no hay mejor aceptación que el tomar la bota de manos del jurado.

Concluye el acto formal cuando el jurado dice “Vivan las Fiestas de San Juan, Viva la Cuadrilla”, y sin más se comienza a obsequiar a los presentes repartiendo pan, vino, queso y bacalao salado, primero dentro del local y después en el exterior donde la charanga o gaiteros contratados comienzan a tocar las primeras sanjuaneras del año.

Catapán

Hoy el Catapán es una fiesta

Es costumbre saludar a los jurados felicitándoles por su cargo con la frase “Salud para cumplir” y recorrer los locales de Cuadrilla que estrenan una decoración festiva que cada año derrocha imaginación. El libro de Cuadrilla se deja encima de la mesa para que los vecinos lo observen, aunque viendo como algunos manosean sus páginas habría que pensar en otra forma más conveniente para permitir que el vecino curioso lea con atención su libro de Cuadrilla.

Sobra decir que los cuatros ya no lo son en ese número sino muchos más y con independencia de su género, a los que se añaden sus parejas, amigos y simpatizantes que serán los que llevan las bandejas con viandas y han cortado por la mañana el queso y el bacalao y siguen cortando el pan dentro. Conviene que el vino se reparta en bota por que alguna vez que se ha hecho en vaso, se despilfarra y como dice la sanjuanera del día “Muchos cogerán, cogerán la primer tajada”. El queso, el bacalao y el pan estará cortado en tacos de un tamaño que no desdiga de la generosidad del jurado. La merienda se acompaña de sanjuaneras, preferiblemente en vivo a cargo de gaita y tamboril.

Eran fiestas colectivas, abiertas a la gente y a la calle pero con un sentimiento tribal de pertenencia a un grupo social, la Cuadrilla.

Aunque no siempre se hace, si en alguna Cuadrilla hay algún convento, hospicio, residencia de ancianos o institución de caridad, es costumbre llevarles una bandeja con pan, queso, bacalao y una bota de vino, y era costumbre hasta hace poco que las flores de ese día se llevaban a alguna ermita o a la parroquia de la demarcación.

En cuanto a recursos disponibles para ese día el jurado deberá disponer de los siguientes:

Botas: a lo largo de las fiestas cada Cuadrilla puede precisar unas veinte botas que, según es costumbre pero no ley, deben decorarse con motivos sanjuaneros lo que no deja de ser una mala costumbre pues algunas pinturas dan mal sabor al vino y la bota no rezuma adecuadamente por lo que alguna podrá ser una destacada obra de arte pero una mala contenedora de vino.

Conviene que para ese día se tengan todas listas aunque no haga falta usarlas todas pues en fiestas hay botas que se pierden o que se estropean y conviene tener repuesto.

En teoría las botas de los cuatros se subastarán el Sábado Agés por lo que el jurado debe conservar cuatro de ellas, las más vistosas, para la subasta. Hay quien ofrece en las botas auténticas obras de arte de artistas más o menos conocidos, otras llevan autógrafos de personajes famosos, las menos el nombre de la Cuadrilla y el año. Cada uno sabrá lo que le conviene pero si alguien quiere una bota de recuerdo que puje por ellas, pero si lo que quiere es una bota para usarla no son estas las mejores.

Vino, pan, queso, bacalao: Lo mejor es confiar en la experiencia del jurado del año anterior igualando o incrementando ligeramente lo que ellos gastaron, y en el buen criterio de los comerciales que suelen tener experiencia y que ofrecen servir vino y pan para todas las fiestas en unas condiciones muy ventajosas admitiendo la devolución de quesos enteros o bandejas de bacalao sin abrir. Pero aunque se deje asesorar, los jurados y sus colaboradores deben probar varias ofertas y estudiar las condiciones.

A modo de ejemplo, la media de lo consumido por Cuadrilla ha sido la siguiente pero teniendo en cuenta que se consume más de todo en las Cuadrillas del centro que en las de la periferia:

ESTIMACIÓN ORIENTATIVA MEDIA DE CONSUMO EN EL CATAPÁN

AÑO PAN (barras) VINO QUESO BACALAO
1990 – Unas 40. Unos 200 l. 80 kilos. Unos 40.
2010 – De 60 a 160. De 350 a 450 l. 80+- De 30 a 50.
2012 – De 100 a 125 De 400 a 600 l. De 60 a 80 De 30 a 70.
2013 – De 100 a 120 De 400 a 500 l. De 60 a 80 De 40 a 50.

El acto acaba hacia las 22:00 horas cuando se ha acabado el vino, el pan, el queso y el bacalao y los músicos tienen que irse a descansar aunque algunos años y más o menos hasta 1980 se celebró una verbena que se suspendió por ser el día siguiente jornada laborable, salvo unos pocos apenas acudía nadie. Una vez finalizado el acto toca recoger, los cuatros y colaboradores vuelven a retirar las vallas para permitir el tráfico y si hace falta limpian lo que esté más sucio de la calle, ese día y los demás pues no es costumbre dejárselo todo a los servicios de limpieza que bastante tienen con lo suyo.

Una de las costumbres desaparecidas y que está volviendo a resurgir es la de que el secretario y el jurado comuniquen en forma oficial (por escrito y en el registro municipal) el hecho de que su Cuadrilla sí acepta celebrar las fiestas de San Juan.

A partir del día del Catapán es cuando comienza de verdad el trabajo en las Cuadrillas y una de las más importantes es la que se encomienda a los cuatros, la de recorrer todos los domicilios (ya se aprovecha y se incluye comercios, empresas, asociaciones…) para preguntar a cada vecino si entra o a la fiestas.

Entrar en fiestas

Las fiestas de San Juan son o, más bien, fueron en origen una fiesta de barrio de carácter familiar que poco a poco se han ido transformando en lo que ahora son, una fiesta multitudinaria que ha ido adaptando con mejor o peor éxito para mantenerse fiel a su espíritu.

Como ahora, aquellas eran fiestas colectivas, abiertas a la gente y a la calle pero con un sentimiento tribal de pertenencia a un grupo social, la Cuadrilla, lo que hacía que la fiesta fuera entendida como algo comunitario y familiar. Organizado entre todos y para todos, por lo que el coste de los Sanjuanes también se repartía a partes iguales entre todos los vecinos con o sin ayudas municipales, los famosos tajones, que si bien pagaban un parte otra siempre quedaba a pagar por cada vecino.

De ahí que la participación festiva se dio por obligatoria y por lo tanto también la cuota, llamada Tajada, lo que ha sido causa de muchos problemas por parte de una mayoría que ha pretendido históricamente que la minoría participase económicamente en la fiesta la disfrutase o no. Tras muchas quejas y reclamaciones, finalmente una sentencia fechada en 1884 obligó a entender la participación como algo voluntario por lo que ya desde ese año los cuatros comenzaron a recorrer cada domicilio para preguntar si querían o no entrar en fiestas.

Actualmente la costumbre de preguntar por participación festiva viene determinada en el artículo 11 de la Ordenanza de fiestas:

«Una vez que los vecinos de Cuadrilla hayan expresado en la Asamblea en el transcurso del Catapán su deseo de celebrar las fiestas, los Jurados junto con sus Cuatros, Secretarios y demás colaboradores de la Cuadrilla, visitarán en los días posteriores los distintos domicilios del vecindario de su demarcación para obtener el consentimiento individual de cada vecino a participar en los festejos y en el reparto proporcional de los costes correspondientes a la Cuadrilla, conocidos como ‘gastos de la Tajada'».

Cada vecino de Cuadrilla que haya dado su consentimiento a entrar en fiestas, abonará el importe de la Tajada entera, salvo que el vecino ostente la condición de viudedad, en cuyo caso, el importe a satisfacer será de Media Tajada. Los Jurados de Cuadrilla, antes del Miércoles del Pregón, entregará en cada domicilio de los vecinos que hayan entrado en fiestas, las entradas para las novilladas de mañana y tarde del Viernes de Toros así como dos vales: uno para la recogida de la tajada en crudo en la mañana del Sábado Agés y otro para recoger la tajada cocida, el chorizo, el huevo cocido, el pan y el vino en la mañana del Domingo de Calderas. El Ayuntamiento facilitará a los Jurados de Cuadrilla la relación de vecinos y de calles que pertenecen a su Cuadrilla, anualmente.

Actualmente la costumbre de preguntar por participación festiva viene determinada en el artículo 11 de la Ordenanza de fiestas.

En la actualidad la vecindad en una Cuadrilla viene a ser un trámite administrativo pues salvo honrosas excepciones ya casi se ha perdido del todo ese sentimiento de pertenencia a la Cuadrilla que era asimilable a la pasión por un determinado equipo de fútbol. Lo usual es no conocer a los jurados que incluso pueden residir en otro barrio o hasta en otra provincia, lo que hace que la participación vecinal real sea escasa o nula pues el jurado se rodea de sus amigos y colaboradores, sintiéndose el vecino desplazado.

Hoy es el Ayuntamiento quien reparte las calles de cada Cuadrilla basándose en la necesidad de hacer doce partes más o menos equilibradas de población y, si es posible, guarden relación con el templo que fue su origen en tiempos medievales. Eso hace que algunos vecinos que hayan sido toda la vida de San Miguel se enfaden y no entren en la que les toca ahora, San Pedro por ejemplo, o que los vecinos de Mariano Vicén pertenezcan a Santiago teniendo detrás de su casa la de San Esteban.

Al final el reparto de vecinos de Cuadrilla es muy diferente lo que repercute directamente en el presupuesto y en el precio final de la tajada aunque al final no suele haber tantas diferencias. A modo de ejemplo, en 2012 el precio de la tajada estaba entre los 23 euros de unas Cuadrillas a los 26 de otra.

Los sorianos en general suelen entrar sin reparos en su Cuadrilla. Por ese precio tienen derecho a dos tajadas de carne (cruda y cocida), a tomar vino, pastas, moscatel o anís, a una botella de vino peleón, un huevo duro, barra de pan y tallo de chorizo, pero sobre todo tienen derecho a sentirse muy orgullosos de que por ese poco dinero están manteniendo una tradición, pero también un ritual festivo que tiene siglos de antigüedad. Lo normal suele ser que en una familia entren varios miembros pues quien más o quien menos si no conoce a un jurado conoce a dos o un compañero del trabajo es secretario, lo que hace que el Sábado Agés por la mañana se vea mucha gente con bolsas de carne del que ya hablaremos en su día.

Por el contrario también hay quien prefiere renunciar a todo eso y legítimamente rechaza entrar en fiestas porque no le gustan, porque se va de vacaciones o por estar de luto que son las excusas más usuales. Lo malo es la actitud de aquellos que por ahorrarse ese dinero no quieren entrar en fiestas mintiendo descaradamente y que luego son los que más participan en los actos de la Cuadrilla y hasta exigen, lo que se convierte en el colmo del gorroneo. Cierto es que todos los vecinos y forasteros tienen derecho a divertirse y participar en las verbenas, en la Saca, las vaquillas o lo que se programe, pero igualmente cierto es que ir a pedir de una bota, ocupar una localidad en la novillada del Viernes o pedir moscatel y pastas en las dianas sin ser vecino de ninguna Cuadrilla, se considera de mal gusto y debería estar penado con un sanbenito.

El artículo 11 del nuevo Reglamento de 2002 reordena esta costumbre proponiendo la entrada voluntaria, e incorporando la novedad de no distinguir entre viudos y viudas, entendiéndose que esas personas están sujetas al pago de Media Tajada. También especifica que los límites de la Cuadrilla los determinará el Ayuntamiento teniendo en cuenta el reparto equitativo de los vecinos y que poco antes del Miércoles el Pregón, las Cuadrillas remitirán un sobre a cada vecino que haya entrado en fiestas con ocho entradas para los toros del Viernes (cuatro por la mañana y cuatro por la tarde) y los vales de las tajadas de Sábado y Domingo. Nada dice, pero se toma ya como costumbre férrea, que el jurado incorpore el saluda y un pañuelo con el logotipo de su Cuadrilla.


Alberto Arribas es miembro de la Asociación de Amigos del Museo Numantino.


Fotos: Catapán de 1973. Revista de Soria nº 20 // Catapán 1920. AHPSo // Catapán 1983 en El Rosel y San Blas Crónica Pardo y Reglero.

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